Saber organizarse: perder el tiempo cuesta dinero y resta eficacia en todos los aspectos de tu vida
Lucía SicreMadrid
¿Cómo organizarse mejor?Pixabay
Organizarse mejor es posible sin grandes esfuerzos, aplicando ciertas pautas y consejos a tu día a día
No es casualidad que existan tantos cursos sobre gestión del tiempo y tanto estrés alrededor nuestro que hasta nos provoca canas: tenemos demasiadas cosas que hacer y muy poco tiempo para hacerlas. Tanto es así que a veces se nos olvida que también es necesario no hacer absolutamente nada. Y cuando llega el momento de intentarlo, sencillamente no somos capaces de dejar de pensar en qué vendrá después. Lo mejor que podemos hacer es tomar aire, pararnos a reflexionar e intentar tomar las riendas de nuestro tiempo. Toma nota de estos pequeños tips sobre cómo organizarse mejor para sacar partido a tu día a día y ser más feliz con el uso de tu tiempo.
¿Cómo organizarse mejor? Alguno tips y consejos para mejorar tu gestión del tiempo
El punto de partida para organizarnos mejor está en comprender que las personas no funcionamos como máquinas: a veces una tarea que normalmente nos llevaría pocos minutos se nos atasca y tardamos horas en llevarla a cabo; hay días especialmente eficientes y otros en lo que sería mejor no salir de la cama... nuestras energías cambian y debemos adaptarnos a ello en la medida de lo posible. Por ejemplo, podemos dejar las tareas más administrativas o menos exigentes a nivel mental para momentos en los que nos cueste más concentraros y, del mismo modo, realizar tareas físicas cuando nos encontremos más enérgicos.
Además de ello, es recomendable pararse a pensar en cómo distribuimos el tiempo e intentar cambiar aquello que no nos esté funcionando. Para ello, toma nota de estos consejos para administrar mejor tu tiempo:
Elimina todo aquello que te sobre (y que sea posible eliminar). Muchas veces nos cargamos con tareas que no son obligatorias y que nos hacen un poco más infelices. Por eso, una de las primeras cosas que debemos hacer es simplificar nuestra vida y ‘podar’ todo aquello que nos sobre: desde dejar de mantener relaciones que no nos hagan bien o sencillamente no nos interesen hasta racionalizar los objetos que tenemos en casa para que cueste menos organizarla, pasando por pedir a nuestro jefe que nos permita unos días fijos de teletrabajo o, si es posible, contratar a una persona que se encargue de ciertas tareas que no restan demasiado tiempo y que no nos resultan placenteras. Haz lo que puedas por limpiar tu agenda y hacer hueco a lo que verdaderamente te importa, y no tengas miedo a pedir, a cambiar, a deshacerte de... a escucharte y a trabajar por tu felicidad.
Haz hueco para lo que te importa. Esas clases que llevas tiempo queriendo tomar, asistir a eventos culturales más de vez en cuanto, retomar una amistad, pasear tranquilamente... Plantéate qué te hace feliz, qué necesitas cambiar... y atrévete a hacerlo.
Usa tu tiempo sabiamente. Cuando estés trabajando debes estar concentrado en tu trabajo y, del mismo modo, cuando estés descansando o pasando tiempo en familia o con amigos, debes ser capaz de estar completamente presente y disfrutarlo de verdad. Por eso es tan importante comenzar por los dos puntos anteriores: debes asegurarte de que tu tiempo de ocio sea tan placentero que te ayude a olvidarte por completo del resto del mundo. Así, cuando toque hacer algo que te apetezca menos, tendrás las energías completamente renovadas y nada te parecerá tan duro ni tan difícil de llevar.
Planifica. En la medida de lo posible y dentro de unos límites sanos, planificar te ayudará a marcarte metas, horarios, objetivos... y a estar donde debes estar en cada momento. Igualmente, es bueno que exista cierta flexibilidad, precisamente porque no siempre nos sentimos igual. A veces es mejor marcarte metas a medio plazo (por ejemplo, todo lo que debes hacer a lo largo de una semana o de un mes) y jugar con tu energía para usarla a tu favor.
Ponte horarios. Son necesarios para que nuestra vida tenga cierta estructura. Y es que, por mucho que nos guste romper con la rutina de vez en cuando, lo cierto es que solemos buscar volver a ella y que ésta nos ayuda a organizarnos mejor y a sentirnos estables y seguros. Cumple con tus horarios y metas y te sentirás mejor.
Prioriza. No todas las tareas son igual de importantes, y siempre hay cosas que pueden dejarse para mañana sin que pase nada. Organizar tu día en función de la urgencia de tus proyectos es una buena manera de cumplir siempre con tus obligaciones, sin dejar de lado tus compromisos de entrega o de respuesta. Fallar a los demás (y fallarnos a nosotros mismos) genera estrés y tensiones que debemos evitar, y nada mejor para estar en paz con nosotros mismos que estar en paz con todo el mundo. Del mismo modo, suele ser mejor ‘atacar’ las tareas más complejas al principio de la jornada para no llevar su carga durante todo el día y enfrentarnos a ellas cuando ya estamos agotados. Terminarlas nos resulta mucho más satisfactorio y hace que nos enfrentemos al resto de la agenda con otro espíritu.
Haz las cosas bien... pero no te enredes más de la cuenta. Una cosa es ser perfeccionista y otra enredarse en una tarea hasta el infinito. Hay que saber cuándo parar y cuándo el tiempo extra que dedicamos a una tarea se convierte en ineficiente porque, en realidad, la mejora que estamos aportando es mínima en relación a esa cantidad de tiempo.
Conócete. Aunque este consejo está implícito en todo lo anterior, es muy importante resaltar que la mejor forma de aprender a gestionar tu tiempo es conociéndote. Tus habilidades, tus costumbres, tus límites, las cosas que te frustran o las que te animan... Úsalas a tu favor. Por ejemplo, motívate creando metas de ocio que te gusten, haz deporte a las horas adecuadas, mezcla estímulos creativos o culturales con tareas más mecánicas o cerebrales...