Cinco años del crimen de Laura Luelmo, la profesora asesinada a los cuatro días de instalarse en El Campillo

Este martes, 12 de diciembre, se cumplen cinco años del crimen de Laura Luelmo, la profesora zamorana cuyo secuestro y asesinato conmocionó a toda España en 2018. La joven de 26 años llevaba solo unos días residiendo en el municipio onubense de El Campillo, donde se había instalado para cubrir una baja en un instituto de Nerva, una localidad vecina, cuando Bernardo Montoya, un hombre sin escrúpulos, acabó con su vida y frenó de golpe todos los sueños y aspiraciones de una mujer admirada. Un cruel destino para, como la calificaban en su entorno, una "bellísima persona".

El delincuente, que agredió sexualmente y asesinó a Laura poco después de salir de la cárcel tras cumplir condena por otro crimen cometido en 1995, fue condenado a prisión permanente revisable por un jurado popular y actualmente se encuentra en la prisión de Teixeiro, en A Coruña. La familia de la profesora, que sigue agradeciendo el apoyo que le brindó la sociedad en el momento más duro de su vida, recuerda cada día la figura de la joven, así como su obra artística (lauraluelmo.com). Porque Laura, además de docente, también dedicó amor la pintura, a la fotografía y al diseño, entre otras disciplinas. Por ello, por aquel talento y la huella que dejó, numerosas personas en España le rinden homenaje en esta fecha tan señalada.

La desaparición y el asesinato de Laura Luelmo

Laura Luelmo Hernández, una profesora zamorana que había estudiado en ciudades como Madrid o México durante su formación académica, encontró trabajo como profesora de Educación Secundaria y Bachillerato en el Instituto Vázquez Díaz de Nerva para cubrir una baja a comienzos de diciembre de 2018. Ante su apresurada llegada, una compañera le ofreció vivir en alquiler en una casa cercana del centro educativo, ubicada en la localidad de El Campillo, y ella, que había llegado manifestando su pasión por la enseñanza, aceptó.

La joven apenas se acomodó y conoció a varios vecinos, pero uno de ellos le llamó atención porque la "observaba mucho", algo que llegó a comentar a su novio. Se trataba de un hombre de etnia gitana, Bernardo Montoya, un exconvicto con delitos de sangre que había pasado desapercibido en el municipio. La proximidad de sus casas la intimidaba cada vez que le veía pasar, a pesar de desconocer su pasado, pero ella fue valiente y continuó con su vida.

Sin embargo, su estancia se truncó en terror por culpa de aquel individuo el 12 de diciembre. Laura, que llevaba solo cuatro días en El Campillo, hizo deporte y fue a realizar unas compras a un supermercado de la localidad sobre las 17:00 horas (aquel comercio tendría, a posteriori, una de las últimas imágenes de la joven con vida). La docente fue captada por las cámaras de seguridad saliendo del establecimiento y, momentos después, fue atacada por Bernardo Montoya, que también acudía de forma regular a ese supermercado. El asesino había seguido sus pasos, esperó hasta poder abordarla sin ser visto y cometió el crimen.

Bernardo Montoya asaltó a la profesora y la trasladó a la fuerza hasta su vivienda. Según determinó la fiscalía, la acusación y la Guardia Civil, desde ese momento transcurrieron 75 minutos de verdadero terror en los que la víctima fue agredida sexualmente, tras ser maniatada y golpeada brutalmente ante sus intentos de huir. Hechos escalofriantes. Laura recibió hasta 40 golpes con una piedra y fue abandonada en una cuneta de Las Mimbreras, a apenas cinco kilómetros de la casa que había alquilado.

Cinco días después de desaparecer, el cuerpo sin vida de Laura fue hallado en la mañana del día 17. Se encontraba con evidentes signos de violencia junto a una acequía y cubierto por ramas de jara. Un 'jarro de agua fría' para todo el territorio nacional, ya que se habian realizado numerosas batidas con la esperanza de encontrarla viva. La investigación apunto que la joven murió el mismo día de su desaparición, el 12 de diciembre, mientras que la Audiencia Provincial de Huelva determinó que murió a las horas de que se le perdiera el rastro, el 13 de diciembre.

La condena a Bernardo Montoya

Los investigadores del caso determinaron una "muerte criminal" desde el inicio y comenzaron las indagaciones de inmediato. Entre los sospechosos apareció Bernardo Montoya. El procesado negó conocer a la joven al ser preguntado en primera instancia, pero los agentes conocían sus antecedentes y decidieron poner el foco sobre él. Así, el 18 de diciembre, se produjo su detención.

Los agentes decidieron realizar un registro domiciliario y encontraron restos de sangre de la joven y las compras que realizó el día 12 en el supermercado, entre otras pertenencias. Además, tras una inspección al cuerpo, se encontraron restos biológicos de Bernardo Montoya. Él, entonces, afirmó que llevó a Laura a su casa para que le ayudara con unos muebles y que se perdió su pista, pero después reconoció que la atacó y secuestró directamente. El caso se mediatizó a un alto nivel y se produjo la primera condena de prisión a una periodista por revelación de secretos en España (sobre diligencias). La población estaba pendiente de la sentencia, muchos se preguntaban por qué no hubo medidas de prevención contra el acusado.

Bernardo Montoya, antes de matar a Laura, acumulaba varias causas por robos, peleas e intimidaciones y, como citábamos anteriormente, fue condenado a 17 años de prisión en 1995 por asesinar a una anciana a puñaladas. Aquella condena se redujo por considerar sus adicciones como atenuante y recibió varios permisos hasta que quedó en libertad en octubre de 2018. El asesinato de la profesora lo cometió solo dos meses después, el tiempo que tardó en reincidir de nuevo.

El juzgado encargado del caso ordenó su entrada en prisión provisional y la prorrogó hasta 2021, cuando se celebró el juicio. Bernardo Montoya llegó a pedir que no le sacaran de la cárcel porque volvería a matar, pero también cambió su versión de nuevo y acusó a una exnovia de haber cometido el crimen por celos. Pero aquellas palabras no las pudo demostrar, a diferencia de las pruebas que le incriminaban.

Un jurado popular le declaró culpable por unanimidad y la Audiencia de Huelva emitió la condena: prisión permanente revisable por agresión sexual y asesinato, más 17 años y medio de cárcel por un delito de detención ilegal en concurso ideal con el delito de agresión sexual con la agravante de género. Además, se le ordenó indemnizar con 400.000 euros a los padres y los hermanos de Laura (una sentencia ratificada el año pasado). La irreparable pérdida de la profesora no cae en el olvido.

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