Las autoridades continúan investigando las causas de la muerte de Álvaro Prieto, cuyo cadáver fue hallado este lunes entre dos vagones de un tren de Sevilla. Una de las hipótesis es que el joven falleciera tras sufrir una descarga eléctrica de 3.500 voltios al tocar una catenaria.
Una de las cámaras de seguridad grabó al chico de 18 años subido al techo del tren en el que ayer fue encontrado sin vida. La descarga de una catenaria es “más dañina que la alterna porque hace electrolisis en el cuerpo”, señalan los expertos.
La cantidad de voltios que recibe una persona en una descarga eléctrica influye en su riesgo de fallecimiento, pero no es la única causa determinante para ello. Según explica El Diario de Sevilla, se han dado casos de personas que han fallecido tras recibir una descarga de menos voltios que otras personas que han sobrevivido.
Uno de los puntos claves de estas descargas está en los amperios que recibe el cuerpo. Como norma general, dejando de un lado las excepciones, "una persona puede resistir desde 220 a 250 voltios cuando la corriente continua no sea inferior a los 16 miliamperios", recoge el medio.
Cuando un cuerpo recibe una corriente eléctrica, actúa como semiconductor de la electricidad. Además, hay circunstancias que pueden agravar o disminuir las consecuencias de una descarga, como pueden ser la duración de la exposición, la intensidad de la corriente, la resistencia de la piel o el recorrido de la corriente.
El cuerpo sin vida del joven de 18 años tenía lesiones compatibles con haber sufrido una descarga eléctrica. Álvaro tenía quemaduras en las manos y en la parte superior del cuerpo.
El joven pudo morir electrocutado al tocar la catenaria que suministra la corriente eléctrica a los vagones, según ha apuntado el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, en una entrevista en Canal Sur Radio en la que ha reconocido igualmente que el cuerpo pudo localizarse al moverse el tren para dejar espacio en los talleres a otro comboy para una revisión técnica.
De no haberse movido el tren y con él el cuerpo de Álvaro Prieto, que había quedado encajonado entre los dos vagones tras caer desde el techo al recibir una fortísima descarga eléctrica, "era absolutamente imposible" ver el cadáver desde el suelo. Los talleres de Santa Justa habían sido revisados mediante drones, que tampoco tomaron imágenes que desvelaran que Álvaro estaba allí.