El caso Álvaro Prieto, un joven de 18 años cuya pista se pierde el pasado jueves en la estación de tren de Santa Justa, Sevilla, evidencia la absoluta dependencia que muchas veces tenemos de nuestro teléfono móvil. Todo indica que Álvaro se quedó sin batería y, a partir de ese momento, cualquier gestión se convirtió en un infierno. Sin teléfono con el que llamar, sin poder comprar un billete por Internet, sin dinero en efectivo, todo se volvió complicado, algo a lo que hay que sumar la falta de empatía que padecemos ante sencillos casos de necesidad de las personas que nos rodean.
Por el momento, todo son sospechas. Los investigadores no han encontrado pistas de lo que pudo pasarle a Álvaro y la familia cree que, al ser expulsado del tren por los revisores por no llevar un billete, pudo haberse montado en un coche para llegar a casa, en Córdoba.
La dependencia del móvil nos hace vulnerables y su pérdida o robo nos recuerda el error de depender tanto de la tecnología
Los problemas a los que podría haberse enfrentado Álvaro son los mismos que sufrimos cada vez que perdemos o nos roban nuestro teléfono móvil. A esta dependencia se suman otros factores a los que, poco a poco, la digitalización nos está empujando, queramos o no. El primero es que ya no acostumbramos a llevar dinero en metálico encima. Pagamos con el dispositivo móvil en cualquier comercio y cualquier cantidad por pequeña que sea.
Hemos dejado de ejercitar la memoria al no tener que recordar los números de nuestros familiares y amigos porque estos están almacenados en el móvil o en la nube. También hemos dejado de llevar abultadas carteras con las tarjetas de crédito o la documentación porque eso ya está todo en nuestro dispositivo con las cuentas bancarias digitalizadas o las identidades en aplicaciones oficiales. Si a esto sumamos que muchos de nosotros ya solo salimos a la calle con el teléfono y el DNI embutido en la carcasa, tenemos todas las de perder.
Y finalmente, un elemento humano que es el peor de todos: la falta de empatía y solidaridad con los que necesitan ayuda.
La desaparición de Álvaro muestra cómo la aplicación estricta de una norma: no se puede viajar sin billete, puede desencadenar reacciones poco sensatas. Porque la familia de este joven estudiante y deportista cree que buscó otras maneras de desplazarse desde Sevilla a Córdoba montándose en un vehículo privado, algo que, aseguran, podría estar detrás de su desaparición.
La pérdida o sustracción de nuestro teléfono inteligente desencadena en nuestra vida una serie de inconvenientes que muchas veces resultan catastróficos. Perdemos el control de parte de nuestra identidad digital, de nuestra economía y de nuestras relaciones sociales.
¿Qué podemos hacer si perdemos el móvil?
Quienes hayan perdido su móvil saben por experiencia que la respuesta a esta pregunta hay que empezar a formularla mucho antes para protegerlo antes de que sea tarde. Lo primero que descubrimos es que todas las puertas de acceso a Internet, aplicaciones y servicios dependen de nuestro dispositivo y este ya no lo tenemos. Los sistemas de seguridad de doble verificación de cuentas y aplicaciones reportan a nuestro correo electrónico y ya no podemos acceder a él. Tampoco podremos hacerlo desde cualquier ordenador que nos dejen y deberemos de hacerlo a través del nuestro personal que, probablemente será de los únicos autorizados acceder.
También debemos de saber que hay que activar previamente las aplicaciones de Android o iOs para localizar nuestro móvil. Esto nos ayudará a localizarlo, pero si está apagado o ha sido reseteado, de poco nos valdrá.
Denunciar el robo o el extravío en una comisaría también ha de estar entre nuestras primeras acciones. Pero, para ello sería conveniente conocer el IMEI de nuestro dispositivo y si no lo tenemos solo nos queda la opción de haberlo guardado antes o buscarlo en la etiqueta exterior de caja en la que lo compramos. Por ello, los expertos aconsejan crear y guardar de forma accesible lo que se conoce como ‘un pasaporte del teléfono móvil, es decir, anotar todos los detalles importantes del dispositivo como contacto del operador, número de cliente y el citado código de 15 dígitos del IMEI.
También hay cosas tan sencillas y que no cuestan nada como llevar siempre encima algo de dinero en efectivo para poder salir de cualquier aprieto. Sin olvidar que la policía y los distintos miembros de los cuerpos de seguridad del estado están ahí para ayudarnos y son ellos a los primeros que hemos de recurrir en caso de necesidad.