El frío ha tardado en llegar este otoño, pero poco a poco va haciendo acto de presencia en España. Empiezan los estornudos, los dolores de garganta o los escalofríos incontrolables, y eso no es todo. ¿Qué otros efectos tiene el frío en nuestra salud?
Cuando nos exponemos a ambientes fríos, el cuerpo reacciona para mantenerse a una temperatura llevadera. Nuestros receptores le mandan un mensaje a nuestro cerebro y este pone en marcha todos los mecanismos para entrar en calor. Nos movemos, frotamos las manos o nos encogemos, entre otras acciones comunes. ¿Qué busca evitar nuestro cuerpo inconscientemente?
El riesgo de sufrir un infarto se dispara con el frío, dado que este puede aumentar la presión arterial y elevar los niveles de colesterol, que son clave en un ataque cardíaco. También puede hacer que la sangre forme coágulos con mayor facilidad, lo cual le sienta fatal a nuestro corazón.
Este riesgo aumenta más incluso en personas que ya han sufrido un ataque cardíaco previamente, tienen una enfermedad de corazón y en mayores de 65 años.
Desde pequeños hemos asociado el frío a los resfriados y a la gripe, y por ello nos abrigamos pensando que así evitaremos que los virus entren en nuestro cuerpo. Pero ¿funciona así realmente?
Cierto es que los virus suelen sobrevivir mejor con el frío que con el calor, al igual que son mejores supervivientes con baja humedad (como la del invierno) que con humedad alta. A esto hay que sumar que en los meses fríos pasamos más tiempo en espacios cerrados para protegernos de las temperaturas invernales.
Así, los patógenos entran en nuestro cuerpo con mayor facilidad, pero además de eso, el frío debilita nuestras defensas y, con el sistema inmunológico con la guardia bajada, los microbios hacen de las suyas y causan la infección que da lugar a la gripe o los resfriados, entre otras.
La hipotermia es una urgencia médica. El cuerpo pierde calor más rápido de lo que lo produce y la temperatura corporal cae por debajo de los 35 ºC. En un primer momento, aparecen síntomas leves como la contracción de músculos, escalofríos, piel de gallina o un aumento de la frecuencia respiratoria.
Cuando pasamos más tiempo expuestos al frío y el cuerpo sigue perdiendo calor, el corazón, el sistema nervioso y otros órganos no funcionan bien y puede surgir dificultad para moverse, somnolencia o confusión mental. En los peores casos, los órganos vitales empiezan a fallar y la hipotermia puede causar daños permanentes o incluso la muerte.
Algunas personas tienden a estar más desanimadas con la llegada del otoño y el invierno por la caída drástica de las horas de luz natural. El estado de ánimo empeora con los días de lluvia, los días más cortos, el frío, y eso desemboca en una falta de motivación, aislamiento social o una sensación de estar deprimidos. Es lo que se conoce como astenia otoñal.
Cuando sufrimos un golpe o una caída solemos recurrir al hielo para bajar la inflamación, esto tiene una explicación. Con el frío se genera una vasoconstricción, bajando la temperatura local y haciendo bajar la inflamación.
Por ello, en personas que suelen sufrir hinchazón de piernas en verano por mala circulación, por ejemplo, el frío tiene un efecto positivo durante el invierno.