Un estudio realizado en el Centro Médico de la Universidad de Maastricht (Holanda), lo ve claro: el frío no adelgaza, pero sí ayuda a quemar grasa. Es decir, no por tiritar de frío -y pillarte un catarro- te vas a ahorrar el gimnasio. Es importante ser conscientes de esto para no crearnos falsas expectativas.
Nuestro cuerpo es un termostato natural que nos protege de la temperatura ambiente, haga frío o calor. ¿Cómo? Quemando o conservando energía.
Cuando los termómetros marcan valores inferiores a 17 grados, el organismo tiende a producir 'tejido adiposo pardo', es decir, una grasa preparada para quemar energía y glucosa que consigue proporcionarnos el extra de calor que necesitamos en ese momento. En total, podríamos gastar hasta un 30% de energía en este procedimiento.
No es lo mismo una persona con sobrepeso que una con bajo peso. Si en tu cuerpo sobra grasa, obtener ese 30% de energía no te va a costar tanto y vas a quemarla con mayor facilidad. Según el estudio, reducirías incluso la probabilidad de diabetes.
Pero si en tu cuerpo no tienes ni pizca de grasa, esta no es la solución. Es más podría ser un problema. Tu cuerpo no cuenta con la reserva suficiente para darte esa energía y lo único que vas a pasar es frío. Alfonso Chinchilla, médico psiquiatra y neurólogo, comenta al respecto: "El frío es efectivo para adelgazar por factores metabólicos, vasculares y hormonales, pero depende de la mayor o menos masa grasa y muscular que tengas. En ningún caso es un método terapéutico, no se utiliza para pacientes con sobrepeso", aclara.