Los bomberos siguen luchando contra los cientos de focos de incendios que siguen activos en California, que han quemado ya cerca de 5 mil kilómetros cuadrados, una superficie mayor a la de toda la isla de Mallorca. Rayos, calor, viento… Las condiciones meteorológicas no están ayudando, y para colmo están propagando el humo por todo el país y no se descarta que llegue al Atlántico. Así afecta a la salud de las personas.
Si algo aprendimos de la temporada de incendios de 2018, la peor de la historia de California, es que el riesgo no viene dado únicamente por las llamas. Entonces ardieron más de 6.500 km(2). En extensión, es casi como si se quemara el País Vasco en su totalidad. El fuego y el aire tóxico mataron a unas 85 personas, la mayoría en los nombrados Woolsey Fire y el Camp Fire.
Entonces las autoridades difundieron información para que la población pudiera comprobar la calidad del aire en su región a través de la web del gobierno, y para saber actuar si se encontraban en un área amenazada por el humo, etc.
Cuando se producen grandes incendios, el aire es invadido por productos químicos orgánicos que incluyen dióxido de carbono, monóxido de carbono e hidrocarburos, además de vapor de agua, partículas, óxidos de nitrógeno y oligoelementos, informó en 2018 CapRadio. La principal preocupación con el humo son las partículas finas, que pueden entrar en los pulmones e incluso afectar al corazón.
Este año a la alarma social por la mala calidad del aire hay que añadir la crisis por el COVID-19. Las personas evacuadas, como también las está habiendo por el huracán Laura en Texas y Luisiana, son trasladadas a áreas habilitadas donde tienen que convivir en el momento más crítico posible. Para evitar el daño en el organismo que causa el humo, se está aconsejando usar mascarillas N95 con filtros si no queda más remedio que salir a la calle, que es lo idóneo.
Las personas que se ven más afectadas por las partículas finas que invaden el aire son aquellas con enfermedades cardíacas o pulmonares, las personas mayores, los niños, los diabéticos y las mujeres embarazadas. Los síntomas de que hemos inhalado esas sustancias y nos están afectando van desde la tos a la fatiga pasando por signos más graves como dolor en el pecho o dificultad para respirar. “Es importante limitar su exposición al humo”, ha dicho la Agencia de Protección Ambiental (EPA) estadounidense.