La cifra oficial de víctimas del terremoto de Marruecos rona ya las 3.000 personas. Tras la estudiada aparición del distante rey de Marruecos, Mohamed VI, sigue siendo urgente evacuar a los heridos más graves. Mientras, los equipos de rescate intentan desesperadamente, llegar a las poblaciones más remotas. A veces, se produce el milagro entre los escombros.
Milagro como el de un hombre sacado con vida de entre los escombros. Dos militares lo trasladan a pulso y lo ponen a salvo. Él no puede ni hablar. Ha pasado atrapado más de cuatro días.
El número de supervivientes en las últimas horas se puede contar con los dedos de las manos. Conforme pasan las horas y los días se complica hallar a personas con vida.
Cualquier ayuda es poco. Un enorme cadena de uniformes de camuflaje desplaza a los heridos a través de la montaña, hasta donde pueda evacuarlos un helicóptero. Y es que hay decenas de pueblos a los pies del Atlas completamente abandonados, que parecen haber sido triturados a conciencia.
En esa zona, en pocas casas queda algo en pie. Y cuando eso sucede, el riesgo que asumen los que entran en ellas para buscar supervivientes es enorme. Los muros que aún se levantan sobre un precario equilibrio son tan frágiles que los derriba el reparto aéreo de la ayuda humanitaria.
Hay un silencio espeso que rompen solo las tenazas que cortan barrotes, las máquinas que perforan el suelo y, en general, el trabajo de los equipos de rescate. Cuatro días después, ya apenas quedan lágrimas.