Junto a su marido, Hollie Dance, la madre de Archie Battersbee, el menor de 12 años que se mantiene con vida gracias a una máquina artificial después de sufrir graves daños cerebrales cuando realizaba un reto viral en su casa en Reino Unido, el pasado 7 de abril, se niega a rendirse. Lo dijo desde el principio y lo mantiene también ahora, después de ver rechazado un recurso tras otro y cuando ya está perdida la larga batalla judicial por evitar la desconexión de su hijo del dispositivo que le mantiene con vida, lo que ella califica como una “ejecución coreografiada”. Dijo que lucharía “hasta el final” y así lo ha hecho, abriendo a última hora un nuevo frente con los juzgados para reclamar que, si han de desconectarle, lo hagan en un hospicio, en las máximas condiciones de intimidad familiar, y no en el Royal London Hospital, en el lugar contra el que mantiene una cruzada y donde su hijo se mantiene en coma irreversible, en muerte cerebral.
Este deseo de la familia, no obstante, tampoco cuenta con el beneplácito de los médicos y el de las instancias judiciales, que subrayan que en el estado en que se encuentra el pequeño no debe ser trasladado; un nuevo varapalo que, otra vez, Hollie Dance y Paul Battersbee, el padre del niño, van a combatir con la enésima apelación.
Los progenitores tienen claro que no va arrojar la toalla, ni siquiera en los últimos instantes, cuando parecen no tener ninguna opción de cambiar el desenlace. Los médicos han insistido desde el primer momento en que el niño está clínicamente muerto. Lo certificaron con una resonancia magnética en la que recalcaron que su estado era incompatible con la vida. Pero Hollie no solo pone esta prueba en duda, sino que cree firmemente en que Archie solo necesita tiempo y que en algún momento volverá, convencida de que no todo está acabado para él.
Plantando batalla sin ceder a la voz de los expertos y los jueces, la progenitora llega el extremo de asegurar que, si una vez desconectado no le facilitan oxígeno paliativo, será ella misma la que le haga el boca a boca para dárselo.
Cargando contra el hospital y contra todo el sistema, Hollie denuncia que su hijo vaya a ser desconectado sin permitir que los últimos momentos sean solo con su familia, y no entre los cuidadores a los que señala por no haberles apoyado “en absoluto”, según sus palabras.
"Ni siquiera podemos tener la oportunidad de estar juntos en una habitación como familia sin enfermeras". “No hay absolutamente ninguna privacidad, por lo que, nuevamente, los tribunales siguen hablando de esta muerte digna: ¿Por qué no se nos permite llevar a nuestro hijo a un hospicio y pasar sus últimos momentos, sus últimos días juntos en privado?”, ha dicho, en declaraciones recogidas por Daily Mail, prometiendo nuevamente agotar todos los plazos para seguir dificultando la desconexión, aunque ya apenas le quede pelear sobre dónde se llevará acabo.
Con todo, la lucha de Hollie Dance, de 46 años, y Paul Battersbee, de 56, los padres de Archie, está ya en su fin. El pequeño, que permanece en ese estado desde que el reto viral conocido como ‘Blackout Challenge’ le dejase en ese estado, será desconectado de su soporte vital.