Aurora, una mujer de unos 42 años, se había sentido triste gran parte de su vida. Había pensando en la muerte durante mucho tiempo, sin llegar a suicidarse, pero sí sintiendo mucho pesar y pocas ganas de continuar. En la historia de su familia se daban coincidencias con todo aquello: sus dos tías se habían quitado la vida y su abuela había muerto por enfermedad cuando era joven dejando a sus dos tías y al padre al cargo de su abuelo. Aquel hombre, prácticamente sordo de un oído, no había hecho nada más que trabajar para sacar a su familia adelante, también en su vejez, o por lo menos así lo recordaba Aurora.
Su abuelo parecía un hombre que no sentía ni padecía, no se mostró especialmente afectado con la muerte de sus dos hijas, ni tampoco expresaba gran alegría con sus nietos. ¿Qué le ocurría? ¿No era capaz de sentir el dolor o es que era una persona fría? Al parecer había luchado en la Guerra Civil española, se había quedado sordo porque una bomba le había explotado a pocos metros. Él vio como sus compañeros murieron y cómo remataron a otros tantos, mientras que él, para salvarse, se refugió tres días en el tronco de un árbol. Allí permaneció hasta que pudo huir.
Todo aquello que sucedió permaneció sepultado en el sistema familiar de Aurora. Nadie lo habló hasta que ella decidió asistir a la consulta de Isabel Jiménez Caballero, psicóloga por la Universidad de Málaga, miembro didacta en el Instituto ECOS –Escuela de Constelaciones Sistémicas–, así como creadora y docente de la formación en la especialidad para la aplicación de las Constelaciones Familiares en sesión individual con muñecos.
Aurora no se sentía bien y no sabía que podía suceder, así que Isabel le planteó la idea de realizar una constelación familiar, algo de lo que Aurora jamás había oído hablar. Esa vía de trabajo con sus ancestros consiguió apaciguar aquel sentimiento de culpa.
“Escuchar a nuestros ancestros pasa por reconocer nuestros miedos, límites, creencias, repeticiones e inercias. Gran parte de lo que somos es una consecuencia de lo que se vivió atrás. Es como si naciéramos con una información inconsciente que nos quiere 'avisar' de algo que hoy no está ocurriendo. Por ejemplo; si la maternidad generó mucho dolor porque hubo muchas muertes tempranas de hijos o incluso alguna mujer que perdió la vida en el parto, puede que haya un temor inconsciente a quedar embarazada y eso mismo es lo que impide que ocurra el embarazo. Escuchar nuestros síntomas a veces nos llevan a mirar la historia de algún miembro de nuestra familia con el que podemos tener alguna lealtad inconsciente”. Quien habla para la web de Informativos Telecinco es Isabel Jiménez Caballero, autora del nuevo libro ‘Los ancestros hablan’ (editorial Desclée de Brower) que ha escrito junto a la psicóloga Ana María Román Leo.
Las constelaciones familiares están cada vez más en auge y son una vía de trabajo que puede ser complementaria a la terapia psicológica, pero que están consideradas desde el 2011 como terapia natural o pseudorerapia por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. En este sentido, están identificadas 139 técnicas entre las que se encuentran el yoga, la aromaterapia, la meditación, el reiki, la osteopatía y las constelaciones familiares, entre otras, que según el Ministerio no cuentan con la evidencia científica para probar sus resultados.
“Aunque bajo la denominación de terapias naturales suelen englobarse un gran número de técnicas heterogéneas, sólo una parte tiene influencia directa sobre la salud y el resto van fundamentalmente dirigidas al bienestar o confort del usuario”. En 2019, el Ministerio también lanzó una campaña llamada #coNprueba en la que ponen a disposición de los ciudadanos información para que pueda tomar decisiones informadas y responsables frente a las pseudoterapias y las pseudociencias.
Este método, aunque pueda parecer muy moderno, tiene origen en la década de 1970 cuando el psicoterapeuta alemán Bert Hellinger lo puso en marcha. A través del genograma se consigue llegar al núcleo de la historia del paciente para poder ayudarle. Se trata de algo así como un esquema en el que se incluye a toda la familia, en la medida de lo posible, poniendo la lupa sobre aquellos que especialmente sufrieron algún suceso traumático. Se hace de esta manera, porque aquello que pudo sucederle a nuestro tatarabuelo habría podido quedar enquistado e influir en nuestra vida sin que nosotros nos hayamos hecho cargo. A esto se llama trauma transgeneracional.
“Un trauma transgeneracional tiene que ver con algo que ocurrió en la historia familiar y que causó mucho dolor, vergüenza, miedo o culpa y que en muchas ocasiones queda sepultado durante generaciones. Taparlo es una de las formas que tiene el clan de sobrevivir. Nosotros venimos de ahí y aquello que pasó puede tener resonancia en nosotros en la actualidad. Los casos de éxito que he visto son muchos. Síntomas limitantes y repetidos en muchas personas encuentran un sentido conociendo y trabajando con la historia familiar, o incluso en su propia historia biográfica, como, por ejemplo, haber vivido un nacimiento muy traumático que no se recuerda pero que está detrás de esos miedos e inseguridades que acompañan a la persona de manera irracional toda su vida especialmente a la hora de 'salir o mostrarse al mundo”, explica Isabel.
Retomar el pasado familiar a través de las constelaciones familiares puede ser beneficioso para resolver problemas actuales. Pero, ¿por dónde empezar? Obviamente será el terapeuta quien guíe y paute la sesión, pero muchos recomiendan revisar el pasado y la figura de la abuela materna. En las constelaciones familiares las abuelas tienen un papel fundamental en la transmisión de patrones emocionales, creencias y traumas afectando directamente a la dinámica familiar. No sería extraño pensarlo, el National Institutes of Health, un organismo americano, publicó una investigación en la que probaba que los nietos heredaninformación genética y el carácter de sus abuelas maternas.
“Saber la historia de nuestra abuela materna, especialmente para las mujeres, puede ayudarnos a conocernos mejor, y nos da la oportunidad de identificar si tenemos alguna lealtad inconsciente con la historia de ella. Por otro lado, muchos de los problemas que tenemos se resuelven con la toma de decisiones y con estar dispuestos a asumir las consecuencias de ello como adultos. El buscar ayuda para resolver algunos de estos problemas, tendrá más que ver con el hecho de que sean siempre los mismos o muy parecidos, como si se tratara de un bucle en nuestra vida. Eso nos estaría indicando que hay algo que no tenemos a la vista y será una buena ocasión para explorar en la historia familiar”, añade la autora de ‘Los ancestros nos hablan’.
Sobre estas dinámicas, puede ser, por ejemplo, el hecho de repetir en la elección de un tipo de pareja que nos llevan siempre a las mismas sensaciones, repetir dinámicas como asumir en el trabajo asuntos que no me corresponden o tener sensaciones internas intensas de no pertenecer o de no encontrar mi lugar, son algunas de las más comunes que se pueden encontrar en la consulta de las constelaciones familiares. Romper esa dinámica, además de sanador para nosotros, ayudará a las siguientes generaciones (es decir, a los hijos) a no perpetuarlos.
Las constelaciones familiares no son terapia, se trata de sesiones individuales que se pueden hacer puntualmente, de forma individual o en grupo. ¿Qué beneficios aporta cada una de ellas? Así lo describe Isabel Jiménez Caballero a la web de Informativos Telecinco: “Hacerlas en grupo implica estar en un grupo y no a todo el mundo le gusta o le apetece trabajar algo personal en presencia de otras personas. Si trabajas como facilitador o constelador implica tener que organizar un encuentro grupal con el espacio y tiempo que eso supone. Por otro lado, las representaciones de escenas pasadas o actuales, las realizan personas y sus movimientos y sensaciones son completamente espontáneos y muy reveladores para el consultante que mira desde fuera de la escena”.
Mientras, las individuales, como dicen, permiten más intimidad. En este caso se suele trabajar con muñecos o figuras que la persona coloca conforme se va trabajando en la sesión. “Esta forma de trabajar nos permite profundizar en la historia familiar de la persona y explorar con ella y con la ayuda de figuras, como los playmobil, su lugar en ese conflicto y su sitio en su sistema familiar. Nos permite también ofrecer un seguimiento en ese proceso de desvelar su lealtad inconsciente con algún miembro de su sistema. Los muñecos no hablan ni se mueven por sí mismos, pero nos transmiten a través del consultante que los elige y los coloca los movimientos que necesitan hacerse para que esa escena se ordene y la persona encuentre su lugar de fuerza”.
Por ejemplo, es especialmente útil en personas que tienen problemas con su sexualidad. Igual que con otros acontecimientos pasados dolorosos, con una violación ocurrida en otra generación, también puede haber una resonancia actual y traducirse en un miedo irracional a los encuentros sexuales. “En una constelación familiar, las escenas con representantes de algunos de los miembros del sistema familiar que pudieran estar implicados, tienden a señalarnos la relación que puede haber entre el pasado y el síntoma actual de la persona. Cuando trabajamos en sesión individual, realizar el genograma con los acontecimientos que se conozcan de la historia familiar en ese sentido, nos permitirán trabajar sobre ello”.
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