¿Quién no ha sentido ansiedad ante peligros y catástrofes que nunca llegaron a suceder? El cerebro humano no fue diseñado para el sofisticado mundo en el que vivimos, y no siempre es fácil adaptarnos a él. Sin embargo, la ansiedad se ha colado en nuestro día a día y parece haber impregnado todos los estratos sociales, ya que no entiende de clases: la ansiedad es un problema global.
Así lo dicen las estadísticas. El Informe del Sistema Nacional de Salud (SNS) de 2022, publicado por el Ministerio de Sanidad, asegura que la salud mental se ha deteriorado justo después de la pandemia. En 2019, la prevalencia de los trastornos de este tipo era de 324,8 por cada 1.000 habitantes. Dos años después fue de 369,5. Según el informe, el 37% de la población padece algún problema de salud mental, siendo la ansiedad el problema más común. En 2021, los centros de atención primaria diagnosticaron 126,9 casos/1.000 habitantes, un 33,7% más que dos años antes. La sufren el doble de mujeres que de hombres (165 frente a 87), aunque en ambos casos se ha duplicado desde 2016, cuando la tasa femenina era de 78,9 y la masculina de 40,3.
Si tú también padeces ansiedad es posible que te hayas planteado qué puedes hacer, por qué la tienes y dónde debes acudir si esto ocurre. Para entenderla mejor nos acercamos al nuevo libro publicado por Rubén Casado, 'Mente de mono, cerebro de vaca' (Ediciones B), que ejerce la psicología en consulta privada desde hace más de dos décadas y es el creador de los cursos de la Escuela de Ansiedad (AMADAG). Su propia historia con la ansiedad lo llevó a fundar precisamente esta escuela y tiene un podcast 'La teoría de la mente', donde aborda este y otros problemas sobre la salud mental.
“Muchas personas sufren ansiedad sin saber a dónde acudir, y eso me motivó a crear una organización que pudiese atender esas necesidades de forma integral. Una 'escuela de ansiedad' es, básicamente, un lugar donde la gente aprende sobre su propia ansiedad, donde se les dan herramientas y conocimientos prácticos para entenderla y manejarla. La idea es que, así como vamos a la escuela para aprender matemáticas o historia, podamos también aprender sobre nuestra mente y nuestras emociones”, explica a la web de Informativos Telecinco.
Para este experto, la ansiedad es una respuesta natural de nuestro cuerpo ante situaciones percibidas como amenazantes o estresantes, algo que todos podemos experimentar. “Pero no todo lo que sentimos es ansiedad. A veces estamos simplemente preocupados o nerviosos, lo cual es normal. La ansiedad, cuando se convierte en un problema, implica una sensación constante y desproporcionada de preocupación que afecta nuestra vida diaria”. Precisamente en su libro explica que esta ansiedad problemática se parece a la mente del mono, que salta de preocupación en preocupación sin encontrar descanso. Es clave diferenciar entre la ansiedad adaptativa, que nos ayuda a sobrevivir y adaptarnos, y la ansiedad patológica, que nos bloquea y nos hace sufrir sin razón aparente.
¿Qué le ocurre entonces al cerebro en estas situaciones? ¿Cómo podemos detectar que estamos cruzando líneas rojas? Algunos síntomas de alerta son la sensación de no poder desconectar, pensamientos repetitivos o intrusivos, problemas de memoria o concentración, y un agotamiento mental constante. “Nuestro cerebro es como una ciudad que nunca duerme: siempre está activo, incluso cuando descansamos. La Red Neuronal por Defecto (RND) es la responsable de esta actividad constante, especialmente cuando no estamos enfocados en una tarea específica. Esta red genera pensamientos automáticos que, aunque a veces útiles, pueden volverse agotadores si no los gestionamos bien”, señala Rubén Casado. Por lo tanto, cuando la ansiedad se convierte en un elefante en una habitación es el momento de pedir ayuda.
La ansiedad nos habla de algo que está ocurriendo en nuestra vida, nuestro cuerpo sabio nos está avisando de lo que ocurre. El problema es que a veces no sabes qué nos quiere decir. Para Rúben Casado, “en el mundo de los trastornos de ansiedad, el problema es que este aviso se transforma en parte del problema: terminamos teniendo ansiedad por la propia sensación de ansiedad. En la sociedad actual hemos normalizado la ansiedad elevada y la vemos como algo inevitable. Esto se debe al estilo de vida acelerado, a la hiperconectividad y la sobrecarga de información, y a las presiones sociales y culturales. Vivimos esta ansiedad en silencio, lo cual contribuye a la vergüenza y perpetúa el problema”.
Tal y como explica Iván Sánchez, director de la Escuela de Renacimiento y Desarrollo Personal Renacer, debemos aprender a convivir con la ansiedad. Algo así como hacernos amigos de ella. En sus escuela enseñan métodos de respiración y técnicas que ayudan a transformar la ansiedad en una fortaleza.
Rubén Casado parece coincidir con esa teoría: “Convivir con la ansiedad no significa resignarse, sino entender que esa voz en nuestra cabeza no es absoluta; es solo una perspectiva, no una realidad definitiva. Es fundamental validar lo que sentimos, sin juzgarnos ni intentar reprimir nuestras emociones. La ansiedad es una señal de que algo necesita atención. Algunas estrategias útiles incluyen técnicas de respiración, cuidar la higiene del sueño, y hablar con alguien de confianza sobre lo que sentimos, pero, sobre todo, aprender a dialogar con nosotros mismos de forma que no me genere ansiedad en ese diálogo. Se puede convivir con la ansiedad, pero de manera saludable, para que no condicione nuestra vida ni nos impida disfrutar de lo importante”.
La ansiedad viene acompañada de ruido mental, rumiación… Para controlar este tipo de pensamientos, la mayoría de terapeutas recomiendan prácticas como la meditación o el mindfulness; dejar los pensamientos pasar sin juzgarlos y no quedarnos atrapados en ellos. Suena sencillo pero en la práctica no lo es tanto, por eso, hay que practicar. “También es útil escribir nuestros pensamientos en un papel, como una forma de sacarlos de la cabeza y organizarlos. Esto nos permite ver con más claridad qué es realmente importante y qué no lo es”, añade el autor de ‘Mente de mono, cerebro de vaca’.
De hecho el título de su libro hace referencia a dos metáforas para explicar cómo funciona nuestra mente en diferentes estados. “La 'mente de mono' es esa parte de nuestra mente que salta de un pensamiento a otro, como un mono que va de rama en rama. Mientras que el 'cerebro de vaca' representa un estado de rumiación, como una vaca que mastica el pasto una y otra vez. La rumiación mental contribuye a la ansiedad y a una visión negativa de nosotros mismos y de nuestras circunstancias”.
El objetivo, por lo tanto, es aprender a manejar estos dos estados. No se trata de eliminar al mono o la vaca, sino de aprender a convivir con ellos y a dirigir nuestra atención conscientemente. A través de prácticas como la meditación y la atención plena, podemos aprender a calmar al mono y a dejar de rumiar como la vaca, logrando así un equilibrio mental que nos permita vivir de forma más plena y en paz.
Uno de los capítulos de su libro, habla de otra de los factores que están aumentando la ansiedad colectiva. Las redes sociales nos permiten compararnos como nunca antes lo habíamos hecho, y en muchos casos esto genera baja autoestima y ansiedad, sobre todo, en personas jóvenes que aún no tienen las suficientes herramientas para gestionar este tipo de vivencias. Rubén Casado lo define como el "síndrome de la Barbie" que alude al estándar inalcanzable de belleza y perfección que Barbie ha representado durante décadas. “Esta presión social por alcanzar esos ideales genera ansiedad y baja autoestima, especialmente en mujeres, que sienten que nunca serán lo suficientemente buenas o perfectas. La atelofobia no solo implica el deseo de alcanzar estándares físicos, sino también expectativas de éxito y perfección en todos los aspectos de la vida, lo cual lleva a una inseguridad y un estrés constantes”.
Este fenómeno está relacionado con el narcisismo, ya que fomenta una búsqueda excesiva de validación externa y la necesidad de proyectar una imagen perfecta ante los demás. Es una forma de narcisismo que no se centra en la admiración de uno mismo, sino en lo que creemos que deberíamos ser.
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