La huelga de los conductores de autobuses ha recuperado la reivindicación de algunos sectores de adelantar la fecha de retiro, lo que se conoce como jubilación anticipada. Se trata de un reclamo que fija en los 58 años la edad límite en algunas profesiones de fuerte impacto físico en las que los achaques impiden el desempeño normal de funciones. Informa Pelayo Ortíz.
Además de los conductores de autobús, hay otros colectivos como los de las camareras de piso en los hoteles, más conocidas como las ‘kelly’ o las personas encargadas del cuidado de dependientes. Se trata de profesiones en las que las labores repetitivas, combinadas con el esfuerzo y el estrés provocan dolencias óseoesqueléticas que impiden seguir trabajando.
Carlos Pazos es conductor de un autobús escolar. Reconoce que, a partir de determinada edad, "no son los mismos reflejos que antes y "la vista no es la misma", algo que supone un grave riesgo si eres el encargado de llevar y traer al colegio a los escolares.
Otro colectivo que lucha para que la edad de jubilación en su caso se rebaje a los 58 años es el de las camareras de piso. Eulalia describe a Informativos Telecinco cómo es su trabajo día a día y el esfuerzo físico que conlleva hacer 60 o 70 camas diarias con un desgaste de piernas y manos. Asegura que es un trabajo que "te pongas como te pongas, te van a dejar secuelas físicas". Un empleo precario, poco valorado y al que le cuesta encontrar un relevo generacional. Porque han visto que sus madres han tenido un trabajo muy sacrificado.
La populares ’kellys’ señalan otro problema de este sector y es que cuesta encontrar suficiente relevo generacional porque los hijos han visto el sacrificio de sus madres y no quieren continuar por su camino.
Otra de estas profesiones en el centro de la reclamación de una jubilación anticipada son las personas cuidadoras de dependientes. Ana tiene a su cuidado a varios de estos grandes dependientes y habla de "dolores constantes" derivados de la necesidad de levantarlos, ducharlos, asearlos o llevarlos en silla de ruedas. Denuncia que, en muchas ocasiones, las viviendas no están preparadas y adaptadas a sus necesidades por lo que el esfuerzo es aún mayor. Según ella, terminan siendo "grúas humanas" con una fuerte desgaste físico y emocional que, a la larga, les termina pasando una "factura psicológica".
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