El 18 de marzo de 1995, España vivió uno de los eventos más importantes de la realeza en la década de los 90: la boda de la infanta Elena con Jaime de Marichalar. De aquel 'sí, quiero' que revolucionó la Casa Real española se cumplen 30 años este martes.
La ceremonia, celebrada en la imponente Catedral de Sevilla, reunió a la élite de la aristocracia europea y fue seguida con gran expectación por la prensa y la sociedad española. El enlace marcaba la primera boda real en España desde la restauración de la monarquía y representaba un acontecimiento clave para los Borbón. Pero, años después, lo que parecía un matrimonio sólido terminó en un divorcio mediático que sacudió a la familia real española.
La elección de Sevilla como escenario del enlace no fue casual. La ciudad andaluza brindó el marco perfecto para una boda de semejante magnitud. La Catedral de Santa María de la Sede, el mayor templo gótico del mundo, fue el lugar escogido para la ceremonia religiosa.
Desde primera hora de la mañana, la ciudad se volcó con la celebración. Miles de personas se agolparon en las calles para ver a la novia y a la familia real, mientras los balcones se engalanaban con banderas y flores.
La reina Sofía llegó del brazo de su hijo, el entonces príncipe Felipe, mientras que la infanta Cristina lo hizo del brazo de su primo Juan Gómez-Acebo, hijo de la infanta Pilar y fallecido el pasado mes de agosto.
La llegada de la infanta al altar del brazo de su padre Juan Carlos fue uno de los momentos más emotivos de la jornada, seguida por un solemne 'sí, quiero' que sellaba la unión con Jaime de Marichalar, un aristócrata con vínculos en la banca y la moda.
La primogénita de los entonces reyes Juan Carlos y Sofía, vestida con un espectacular diseño de Pedro Valverde, lució un traje de corte princesa con encaje y una larga cola, acompañado por el velo con el que se casaron tanto su madre, doña Sofía, como su abuela materna, Federica de Grecia, y por la tiara Marichalar, en oro blanco y diamantes, regalo de la madre de Jaime por su boda.
A la boda asistieron más de 1.500 invitados, entre ellos representantes de la nobleza europea como los reyes de Suecia, Noruega y Bélgica, así como numerosos miembros de la realeza británica y monegasca como el entonces príncipe Carlos III. También se dejaron ver numerosas personalidades de la política y la cultura española.
Tras la ceremonia, los recién casados y sus invitados se trasladaron al Real Alcázar de Sevilla, donde tuvo lugar un fastuoso banquete nupcial que se alargó hasta altas hora de la madrugada. De menú apostaron por lubina del Cantábrico con trufas y almendras, perdiz roja española en salsa castellana, crema helada de café con almendra y salsa de caramelo, la tarta y varios vinos.
El matrimonio de la infanta Elena y Jaime de Marichalar parecía destinado a consolidar la imagen moderna de la monarquía española. Durante años, la pareja fue protagonista de numerosos actos públicos y representó a la Casa Real en múltiples eventos internacionales. Fruto de su relación nacieron sus dos hijos: Felipe Juan Froilán, en 1998, y Victoria Federica, en 2000, quienes se convirtieron en los primeros nietos de los reyes de España.
Pero pocos años después comenzaron a surgir rumores de crisis dentro de su matrimonio. En 2001, un hecho marcó un punto de inflexión en su relación: Jaime de Marichalar sufrió un ictus que lo obligó a apartarse de la vida pública durante un tiempo. Aunque la infanta Elena se mantuvo a su lado en su recuperación, la relación entre ambos se fue deteriorando.
El 13 de noviembre de 2007, la Casa Real emitía un comunicado en el que anunciaba el "cese temporal de la convivencia" entre la infanta y Jaime. La expresión utilizada por Zarzuela dejaba entrever que el matrimonio estaba prácticamente roto, aunque sin confirmar un divorcio inmediato.
Dos años después, el 21 de enero de 2010, el divorcio se formalizó de manera definitiva, convirtiéndose en el primer divorcio de un miembro de la familia real española. A partir de ese momento, la infanta Elena recuperó su estatus de duquesa de Lugo, aunque sin la consideración de 'Su Alteza Real' en actos oficiales. Jaime de Marichalar, por su parte, se ha mantenido alejado de la vida institucional y centrado en el mundo empresarial y la moda.
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