En este séptimo episodio de ‘Rocío: contar la verdad para seguir viva’, la hija de “la más grande” se ha remontado a agosto de 2004, momento en el que diagnosticaron la enfermedad a su madre. “A mí me llamó y me dijo que llevaba días que no se encontraba bien y nos fuimos todos para Madrid. El médico nos dijo que tenía cáncer de páncreas y que el 80% de los enfermos no sobrevivían. Sentí miedo, terror”, ha confesado Rocío.
En un principio, Rocío Jurado se fue a tratar su enfermedad a Houston y ella se quedó en España, encargándose de sus hijos y de sus hermanos adoptivos, de los que también ha hablado en este episodio del documental.
Rocío Jurado tenía muchas ganas de vivir y volvió a subirse a un escenario en 2005 pero, después de fin de año, empieza a encontrarse mal otra vez y vuelve a Houston. En ese momento sí la acompañó Rocío Carrasco y el 24 de enero de 2006 la cantante se sometió a una operación muy delicada donde se contagió de un virus y todo empeoró.
Después de pasar una temporada entre la enfermedad y sus mejorías – Rocío se ha reído casi por primera vez en este documental recordando ese vuelo de vuelta a nuestro país -, llegó la “madrugada eterna”, la última noche de la vida de Rocío Jurado en la que su hija, ha dicho, no se separó de su cama.
Con lágrimas en los ojos, Rocío ha contado lo último que le dijo su madre en esta larga noche en la que ella “ya sabía lo que le iba a pasar”: “Me dijo que no se quería morir sin verme casada con Fidel. Y que ella iba a llamar al padre Ángel y que, al día siguiente, nos podíamos casar ahí mismo, con ella y con José Ortega de testigos”.