Las sequías amenazan España y ponen el foco en un consumo responsable de agua para proteger nuestro futuro
Las circunstancias geográficas y climáticas de España generan un importante riesgo de desertificación, que el cambio climático ha acelerado rápidamente
El consumo responsable y eficiente de agua es la mejor forma de revertir la situación y anticiparnos a consecuencias futuras y todo pasa por las acciones cotidianas
Los efectos del cambio climático en el planeta son cada vez más tangibles. Hablamos de peligros y amenazas que afectan ya a muchos territorios del globo. Terremotos, inundaciones, sequías o tsunamis atacan con fuerza y en algunas zonas se están convirtiendo en un problema que compromete nuestro futuro.
España es uno de esos países que se ha visto afectado. Aquí, la preocupación (que ya venía de lejos) tiene nombre propio: las sequías, cada vez más intensas y frecuentes, que se han convertido en la consecuencia más evidente del cambio climático en nuestro país. La escasez de agua es una cuestión que inquieta enormemente a los expertos, que urge a que se tomen medidas antes de que sea demasiado tarde.
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Los datos son ciertamente preocupantes. Actualmente, un 20% del territorio nacional se encuentra ya en riesgo de sufrir desertificación. Y las perspectivas futuras plantean escenarios mucho más graves: el 75% del territorio podría tener que enfrentarse a esta realidad. Si las cosas no cambian, en el año 2040 España formará parte de los 33 países del mundo con mayor estrés hídrico. El fenómeno afecta especialmente a aquellas zonas en las que las precipitaciones anuales no superan los 600 milímetros, con un fuerte estrés hídrico (complicaciones para suministrar la suficiente cantidad de agua potable.
Como decíamos, el problema no viene de ahora. Y tiene su origen en la situación geográfica y climática de España, que la convierte en proclive a sufrir esta escasez. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en el período que va desde el año 1880 al 2000, más de la mitad de los años han recibido la consideración de secos o muy secos. Pero el cambio climático ha acelerado recientemente el empeoramiento de estas circunstancias, aumentando las temperaturas y disminuyendo la cantidad de precipitaciones.
Por eso es preciso tomar medidas. Está claro que debemos aprender a gestionar un fenómeno tan cercano y habitual como son las sequías. Pero, por suerte, también está en nuestra mano anticiparnos y ayudar a cambiar las cosas. En este sentido es vital que tomemos conciencia sobre cómo gestionamos nosotros diariamente este recurso. Mediante la suma de las acciones individuales, apoyadas en un uso más responsable y eficaz, conseguiremos preservar el agua de las generaciones futuras.
La respuesta ha de ser conjunta, completa e integral. En lo institucional, pero también en el ámbito personal, concienciando sobre la importancia de un consumo responsable del agua. Nuestros hábitos de consumo son otro de los factores condicionantes de la problemática, abundando en ese preocupante estrés hídrico. Por eso es importante conocer cuál es nuestro gasto diario: actualmente, en España consumimos al día una media de 132 litros de agua por persona.
Los pequeños gestos son fundamentales a la hora de reducir el despilfarro. Están en nuestra mano y, al ser acciones cotidianas, su impacto es muy relevante. Reducir el tiempo de la ducha, cerrar los grifos cuando no sea estrictamente necesario o poner fin al prelavado: enjuagar los platos bajo el grifo antes de meterlos en el lavavajillas puede suponer un desperdicio de hasta unos 47 litros de agua. Lo recomiendan en Finish, marca número uno recomendada por los principales fabricantes de lavavajillas, cuya iniciativa #PorUnFuturoConAgua pretende concienciar a la población sobre un consumo sostenible.
España vive una situación crítica con respecto a la desertificación. Y está en manos de todos poner nuestra gota de agua de forma que la situación actual pueda reconducirse. Cambiando nuestros hábitos hoy protegeremos el agua de mañana. ¡Por un futuro con agua!