Después de decir adiós a Héctor, Sheila se encontraba a tan solo un paso de comunicar su decisión final. Miguel se acercaba a ella y ambos se sonreían desde la distancia hasta encontrarse frente a frente.
“Quiero hablar un poco contigo”, le decía él tras haberle confesado sus nervios. “Te tengo que confesar que cuando vine no paraba de pensar qué hacía aquí. Pero, en el momento en que te vi, todo eso desapareció. Eres la mujer más maravillosa que he conocido, creo que la conexión que solo tú y yo sabemos es mágica. Solo me sale decirte que te quiero”.
Tras escuchar sus sinceras y bonitas palabras, era Sheila la que decidía sincerarse y contarle por fin cuáles eran sus sentimientos y, por consiguiente, su decisión final: “Miguel, eres el amigo, el compañero, el hermano, el yerno y la pareja que todo el mundo querría tener en su vida”, comenzaba.
“Has ido conquistándome poquito a poquito con tus detalles, con tu constancia, con tu personalidad y con tu cariño. Has conseguido llegar hasta lo más profundo de la coraza que traía conmigo, la has derribado y, por primera vez, alguien ha llegado hasta el fondo de mi corazón. Si hay algo de lo que estoy segura, es de que no quiero pasar ni un día del resto de mi vida sin ti”.
No hacía falta mucho más. Después de su romántico discurso en el que no se soltaron las manos ni un momento, solo faltaba el último y más importante detalle. Sheila le entregaba su última rosa. Muy emocionado y mirándole a los ojos, él la recibía con el mismo entusiasmo: “Por supuesto”.