Marta López Álamo y Kiko Matamoros viven una eterna luna de miel. A pesar de la diferencia de edad, la pareja no deja de hacer planes juntos y de dedicarse muestras de cariño en público. Uno de los últimos planes de la pareja fue una agradable velada para dos en el ballet, afición que ambos comparten. Una noche tras la que Marta salió con un sentimiento agridulce y tras la que no ha podido evitar pararse a reflexionar sobre el Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) que sufrió hace años.
La modelo ha hablado abiertamente en numerosas ocasiones de la anorexia que sufrió; enfermedad que a pesar de haber superado acabó dejando secuelas en su cuerpo. En este sentido y tras ver a las bailarinas del Ballet de San Petersburgo, Marta recordó aquellos duros años de su vida. "Quiero compartir una historia con vosotros que a lo mejor hace llorar a mi madre", escribe en su cuenta de Instagram, donde posteriormente matiza que, de hacerlo, lloraría "de alegría, porque ya estoy bien".
"Normalmente a los bailarines se les exige una forma física (como en el ciclismo, por ejemplo) para tener mayor movilidad, flexibilidad etc., lo que a muchos lleva a padecer TCAs, a muchos otros no, ojo. Es una disciplina con una competitividad enorme, lo cual es caso aparte", comenta antes de contar cómo fue su primera experiencia en el ballet.
"La primera vez que fui al ballet con mi madre (antes lo solía ver por internet) fue en Granada, y me quedé impresionada por su precisión y delicadeza en los movimientos (la obra ya me la sabía, porque me encanta escucharlo), pero también me comparaba con las bailarinas y me sentía mal", explica hablando sobre la enfermedad que le hizo llegar a pesar tan solo 38 kilos. "Era cuando tenía anorexia y no pude terminar de verlo. La bailarina era una chica delgada; sana pero delgada. Y yo me comparaba con todo el mundo, por lo del TCA, no era culpa de que la chica estuviese delgada", continúa.
"Nos tuvimos que ir en medio del primer acto y decepcioné a mi madre y a mí (a mí lo supe luego, en el momento quería sólo irme)", explica recordando una vez más a su madre.
Marta, que aún continúa siendo muy delgada y recibe críticas constantes por su cuerpo, desvela además con orgullo todo lo que ha aprendido en estos años, tras los que asegura haber perdido la "debilidad" que tenía antes. "Hoy puedo decir orgullosa que no me comparo con nadie y que puedo disfrutar del ballet y de todo sin que me afecte lo más mínimo nada de lo que ocurra o implique el hecho de ir a ver el ballet o ver cualquier cosa, porque mi autoestima ha crecido, ya no soy débil y no me comparo", reflexiona.
"No es cuestión de que las personas tengan que dejar de ser o hacer algo para que a ti no te genere ansiedad o inseguridad, es cuestión de que te quieras", añade antes de concluir con una moraleja. "Siempre va a haber personas distintas a nosotros, intentemos trabajar en nosotros y no compararnos, disfruta y vive"