seFayna Bethencourt está destrozada. La exconcursante de 'GH' acaba de sufrir una complicada y dura pérdida familiar que ha hecho que "una parte de mi vida se rompa".
"El que fue mi padre cuando de pequeña viví con mis abuelos en Francia, murió a las tres de la mañana", cuenta a través de sus redes sociales, donde ha escrito una preciosa y desgarradora carta de despedida para brindar un último homenaje y adiós a esta persona que tanto ha marcado su forma de ser.
Un texto "dirigido a alguien que adoro", que ha compartido no sin antes desactivar los comentarios de su post, para evitar recibir comentarios y poder afrontar este duelo en la más absoluta y estricta intimidad. A pesar de esta decisión, Fayna ha dado las gracias por adelantado a todos aquellos que entiendan su dolor y que quieran mandarle un 'abrazo virtual'-
"Estoy hecha mierda y me jode no estar acompañando a mi madre", dice mientras a su mente llegan "todos esos recuerdos que tengo con él".
No fue su padre biológico, pero la crio como si lo fuera. Él fue de quien, tras ser víctima de malos tratos por parte de su exmarido y compañero de reality Carlos Navarro, 'El Yoyas' (en busca y captura desde hace más de un año), aprendió que no todos los hombres son iguales.
"Se ha ido un hombre bueno. Responsable, honesto, excelente cocinero y con el huerto más bonito que volveré a ver en mi vida. Una parte de mi vida se ha ido con él, pero te aseguro que en parte, gracias a lo que fue mi abuelo en mi vida, nunca pude odiar a los hombres, incluso después de todo lo que algunos de ellos me han hecho sufrir", dice haciendo una clara referencia al padre de sus hijos.
"Nunca lo supo, pero fue uno de esos motivos por los que siempre alzaré la voz en contra de todo aquél que diga que todos los tíos son iguales", señala con orgullo hablando de su 'papy'.
Fayna aprendió a multiplicar a su lado y aprendió mil y una historias de la Segunda Guerra Mundial a su lado. Su abuelo, un gran tenor del que dice haber heredado de él su don por la música (sus manos, pies y cejas peludas), era uno de los pilares más importantes de su vida.
Siempre sintió una profunda admiración hacia él; admiración "que no se ha apagado con los años" y que lo continuará haciendo hasta que ella "también se apague".
"Aún recuerdo cuando le cogía la mano para llenarla de besitos como prueba de amor a uno de los hombres que siempre vivirá en mí", apunta con el corazón roto mientras lanza una última reflexión: "Los hombres buenos existen y también mueren, pero nunca se olvidan"