Bosco Blach Martínez-Bordiú se encuentra adaptándose a su nueva vida en España tras su gran aventura en Honduras. Después de tanto tiempo en los Cayos Cochinos, el cuerpo del ganador de la última edición del reality más extremo de Telecinco se ha adaptado a consumir poca comida y a conformarse con los limitados sabores que había. Esa realidad ha cambiado por completo para él, que ha querido sincerarse y hablar de la relación que tiene con la comida tras su paso por ‘Supervivientes’.
Mientras Adara Molinero reconoce tener un problema psicológico con los alimentos, que come de manera compulsiva y obsesiva, el sobrino de Pocholo confiesa estar llevando este tema “bien”.
Pero su relación con la comida ha cambiado, como era de esperar, después de estar comiendo “arroz con coco durante 4 meses”. Bosco asegura estar llevándolo todo bien, eso sí, no puede evitar desperdiciar alimento.
Ha estado durante todo el concurso sufriendo las consecuencias de la escasez y, ahora que tiene comida a su entera disposición, es complicado decir que no a un buen plato. “Si hay algo delante me lo como. No puedo no comérmelo”, reconoce.
El abanico de sabores que tiene ahora hace que para él resulte imposible no probar los deliciosos matices de nuestra rica gastronomía. “Es por los sabores más que por la comida… arroz con coco 4 meses te puedes imaginar…”, explica.
En este sentido no ha dudado en mostrar su agradecimiento hacia Jonan Wiergo, por quien su estancia en Honduras ha sido mucho menos insulsa. El influencer y chef veggie es experto en elaborar con muy pocos ingredientes deliciosos platos plant-based que son una auténtica explosión de sabor en el paladar. Gracias a sus conocimientos culinarios, el amigo de Dulceida ha podido sacar del aburrimiento y de la monotonía a sus compañeros de ‘Supervivientes’. “¡Sacaba sabores que ni pensaba que se podían sacar, ¡gracias!”, en relación a este tema.
A Martínez-Bordiú le encanta comer. De hecho, ha confesado que el peor momento de todo el reality fue para él el periodo en el que, tras llegar a los Cayos, estuvieron sin fuego. “Esas dos semanas del principio, sin fuego y sin nada, fueron muy duras. El arroz duro era… Era muy duro comer una cosa insípida, masticando hasta que se hiciera papilla en la boca. Fue bastante horrible, más después de haber llegado hacía tan poco de Madrid y haber estado comiendo platos contundentes. Eso fue lo peor”, reconoce.