Los Suárez Salazar ya están al completo en su hogar tras haberle dado la bienvenida al nuevo miembro de la familia, el pequeño Antoñito, que ha llegado para completar la felicidad de Antón Suárez, Noemí Salazar y su hija mayor, Mimi. La exintegrante de 'Los Gipsy Kings' ha explicado que está más tranquila y muy agradecida con sus seguidores por todas sus muestras de cariño, pero también ha revelado que no paran de llegarle mensajes para preguntarle por qué su bebé tiene el pelo rubio.
Los abuelos maternos del niño, Carlos y Raquel Salazar, ya habían comentado en Instagram que la familia se había quedado muy sorprendida al verlo porque no esperaban que tuvieran ese color de pelo ni que hubiera sacado los ojos azules; aunque la diseñadora matizó que a ella no le había causado tanto impactó porque tiene los ojos claros y el pelo rubio, por lo que consideraba que el bebé se parecía a ella.
Ni su marido ni su hijo pequeño, Carlitos, le dieron la razón y apuntaron a que creían que el bebé se parecía a su padre, Antón Suárez, que en su infancia había sido rubio. Noemí les ha dado la razón ahora a su padre y a su hermano, confesando que su hijo es un clon de su marido: "Es que Antón no es un jeque árabe, es pelirrojo y más blanco que la leche, pues es un calco suyo".
"Yo los primeros días me sentía súper rara, porque sentía que le estaba dando el biberón a la versión pequeña de mi marido, es que tenía toda la cara de Antón, ahora ya le voy viendo más diferente, pero aún así es un calco de él", ha admitido la influencer, confirmando así que Antoñito ha sacado el pelo rubio de su padre, pero también sus rasgos faciales.
Por otra parte, ha explicado que su bebé ya no es tan tranquilo como demostró ser en sus primeros días de vida y que ahora que tiene dos semanas, comienza a llorar más y a estar más inquieto, especialmente por las noches y cuando está en casa, por lo que intenta darle largos paseos en el carricoche para que esté calmado y no llore.
Noemí Salazar ha revelado que el pediatra ya le advirtió en la primera revisión que no debía afirmar que su niño no iba a llorar ni a ser inquieto solo porque en sus primeros días de vida lo fuera, ya que los bebés comienzan con los cólicos a partir de los quince días de vida y pueden cambiar mucho.