Riel Garzón tiene 19 años, es de la Canal de Navarrés (Valencia) y estudia segundo de Historia en la Universidad de Valencia. Debido a la distancia entre su pueblo y la ciudad no tenía otra opción que trasladarse a Valencia y buscar un piso donde residir. "El primer año encontré un piso buscando por webs tipo Idealista, redes sociales y por el Informer, una cuenta de Instagram donde ponen ofertas de viviendas para compartir por estudiantes. Al final en Twitter tuve suerte y encontré una compañera", relata el joven.
Para el segundo curso tuvo que ponerse de nuevo a la búsqueda de habitación. "Fue muy difícil porque hay mucha gente buscando y muy poca oferta por lo que están muy caros, entre 350 y 400 euros la habitación. Al final en el Informer encontré una en un piso compartido y tuve suerte", afirma.
Ahora, un año después, se encuentra de nuevo con el mismo problema. Su contrato se acaba y la dueña le sube el alquiler 50 euros más, superando ya su presupuesto. "Estoy otra vez igual, buscando en internet y llevo un mes y medio y no encuentro nada", asegura Riel, que cuenta que "ayer mismo tenía una visita para un piso y cuando iba a ir me llamaron y me dijeron que el chico que se iba se quedaba y hace unos días iba a ir a ver otro en la zona de Xúquer por 250 euros, que estaba muy bien, y al final se quedó la habitación una amiga de la chica que tenía el alquiler".
En estos meses la competencia para encontrar piso es mayor. "Los que han acabado la selectividad, que son muchos, buscan habitación y los propietarios lo saben y ponen los pisos más caros. Además, la gente que acaba los estudios ya no quieren volverse a sus pueblos y se quedan a vivir en Valencia", explica Riel.
El joven estudiante se queja, además, de que es mucho más difícil para los chicos que para las chicas. "Una de cada 100 ofertas es para chicos, el resto son para chicas porque se supone que nosotros somos más sucios y desordenados, aunque yo soy muy limpio y me gusta tener mi habitación y la casa en buenas condiciones".
Sin muchas alternativas a las que agarrarse Riel va a seguir intentándolo. "Es casi imposible, así que si no tengo otra opción me quedaré donde estoy y me tocará pagar más porque si no me quedaré sin casa".
El problema para encontrar un piso de alquiler no es solo para los estudiantes, se extiende a cualquier persona que busque donde residir en Valencia, que el pasado mes de abril alcanzó su precio máximo histórico y sigue al alza.
Durante el primer trimestre de 2024 el metro cuadrado alcanzó los 13,50 euros, un 19,14% superior a un año antes, mientras que en la provincia de Valencia el metro cuadrado en marzo tenía un coste medio de 11,27 euros/m2 al mes, con una variación interanual del 17,57%.
En total, el número de viviendas ofertadas en la ciudad de València al cierre del primer trimestre han sido de 1.410, un 2,99% más que en el último trimestre de 2023, pero aún insuficientes para cubrir la creciente demanda.
Ante esta situación son cada vez más los estudiantes que se decantan por una residencia, aunque también está difícil encontrar plaza porque a estas alturas del año ya está casi todas llenas para el próximo curso.
En la actualidad, Valencia cuenta en la actualidad con más de 4.500 camas en residencias, una cantidad insuficiente para hacer frente a la demanda de los 100.000 universitarios que estudian en la ciudad, por lo que se están construyendo nuevas residencias para dar respuesta a una necesidad cada vez más acuciante.
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