En Galicia, en invierno, es habitual que en muchas viviendas haya humedad, algo que trae de cabeza a propietarios e inquilinos, que no saben cómo atajar el problema y conviven con algunas manchas de moho en sus paredes.
En Santiago de Compostela, es bastante frecuente que los pisos que se alquilan a estudiantes acumulen humedad, o también que se aprovechen estancias en condiciones infrahumanas para alquilarlas a los alumnos de la USC.
Pero el último caso destapado por la cuenta Salseo en relación al tema de la infravivienda, supera todos los límites establecidos.
Se trata de un piso ubicado en el entorno de la estación intermodal compostelana, que según nos cuentan en el perfil de esta comunidad universitaria (la más importante de la ciudad), está lejos de ser un hogar acorde a las necesidades de sus inquilinos, por su nivel de insalubridad.
“En el piso convivimos tres estudiantes de Filosofía”, explican los perjudicados, “cada uno pagamos 158 euros al mes, casi 200 con gastos”. “El casero nos había aclarado que el piso no estaba en su mejor momento a nivel estético, pero que no íbamos a tener problemas para convivir en él, algo que, una vez dentro, rápidamente comprobamos que no era así”.
Victor D´Ambrosi, uno de los inquilinos, explica que no tienen calefacción y que al pasar una mano por la pared, se llega a empapar literalmente de agua. “El problema”, dice, “surgió a mediados de septiembre, con las primeras lluvias intensas. Las humedades del salón se acrecentaron… y el techo ya casi es negro”.
Después vinieron las goteras y las filtraciones, así como la presencia de ratones y hasta una plaga de termitas que obligaron a los estudiantes a mover algún mueble.
Pero el gran problema para ellos insisten en que son “las humedades del salón, al que ya no vamos”, aseguran.
D´Ambrosi, que pone el foco, a pesar de todo, en la buena comunicación que mantienen con su casero, añade que ya les solucionó algunos problemas que tuvieron con la instalación eléctrica, pero que “queda lo grande, las humedades, que no sé si nosotros veremos solucionadas este año”, augura el estudiante.
Pese a los problemas de habitabilidad que presenta esta vivienda, los inquilinos aseguran no tener pensado dejarla hasta finalizar el curso en junio, pues por experiencias pasadas dicen estar “curados de espantos”, ofreciendo una idea bastante precisa del estado en el que debían estar los pisos descartados al inicio del curso, y los pisos que otros estudiantes tuvieron que alquilar por ser su única alternativa.
No es de extrañar, por tanto, que su historia se haya viralizado en redes, y que, seguramente, de pie a que salgan a la luz otros casos similares de viviendas infrahumanas en pleno siglo XXI en la capital gallega, que no son pocos.
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