El Gobierno de Cantabria anunció el reparto de 1,2 millones de mascarillas entre la población para evitar la expansión del coronavirus en la región, pero muchas personas dudan de su utilidad y la polémica se ha extendido por las redes sociales. El presidente de la comunidad, Miguel Ángel Revilla, ha salido al paso de las críticas y ha explicado que se trata de una solución temporal para intentar paliar el desabastecimiento de este material, que es muy difícil de encontrar en las farmacias.
En las redes sociales cunden los memes, los chistes y los comentarios negativos dirigidos a estas mascarillas. Ponen en duda la seguridad que proporcionan y si son verdaderamente útiles contra el COVID-19. Algunos usuarios de Twitter las consideran “bochornosas” por su grosor, que comparan con servilletas de bar o con papel higiénico. Incluso se lamentan de que se hayan talado árboles para producirlas.
Revilla ha contestado a los críticos también a través de su cuenta de Twitter. Ha publicado una fotografía con su familia en la que él, su mujer Aurora Díaz y su hija menor, Lara, llevan las famosas mascarillas: “Hoy celebramos el cumpleaños, en confinamiento, de mi hija Lara, de 21 años. Con las polémicas mascarillas que son de enorme utilidad”.
El Gobierno cántabro anunció que todos los hogares van a recibir un paquete con cinco de esas mascarillas. Esto supone un reparto de 1.200.000 unidades. Han sido fabricadas por la empresa Redpapel y su coste ronda los 150.000 euros, que han sido financiados por el Banco Santander.
Revilla ha defendido en varias ocasiones el uso de la mascarilla y ha dicho que, en su opinión, cuando se relaje el confinamiento y la población pueda volver a salir a la calle va a tener que usarla.
El reparto de las mascarillas dio comienzo el pasado sábado 11 de abril. El Ejecutivo cántabro destacó que, con esta medida, la comunidad se convierte en la primera que facilita este material de protección de forma masiva y gratuita a sus ciudadanos, con el objetivo de frenar el avance del virus.
El Gobierno cántabro ha dicho que el objetivo de estas mascarillas no es sustituto las quirúrgicas homologadas, sino intentar paliar el desabastecimiento facilitando una solución alternativa a la población para protegerse. “Es una solución temporal, que ante la situación general de desabastecimiento se pone a disposición de los cántabros para que puedan ir a hacer la compra y tenga algo con lo que protegerse", dicen miembros del Ejecutivo regional a la agencia Efe.
Las polémicas mascarillas están fabricadas con doble capa de celulosa, un material ecológico, biodegradable y dermatológicamente testado, según explica Redpapel, la empresa que las produce, a Efe.
“No pretendemos desbancar a las mascarillas quirúrgicas que escasean, sino poner en el mercado un producto muy barato y de forma masiva en tiempo récord”, cuenta Manuel Vidal, de Redpapel. Dice que la protección que otorgan es del 85%, mientras que un equipo de protección quirúrgico proporciona un 95%. El gasto de producción es de 10 céntimos la unidad.