El coronavirus empujó a Rafael, de solo 42 años, a un proceso agónico en el hospital. Su historia es de esperanza pero también de aviso para los que se creen inmunes al virus por ser jóvenes.
El 12 de marzo, ingresó con fiebre en el Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares sin saber que su vida estaba a punto de cambiar. “Y ese mismo día por la noche me dijeron ‘llama a tu familia que te tenemos que inducir un coma por 15 días. Imagínate a mi mujer, claro, llorando que por favor que no, que esperasen un día, que me tenía que ver”, relata.
Sin embargo, esos 15 días iniciales en coma que se convirtieron en un mes y medio. Cuando se despertó, todos estaban contentos porque, pese al golpe recibido por el coronavirus, estaba vivo.
“Me levanto y resulta que no puedes hablar, no te puedes mover. Estaba inmovilizado y rodeado de gente que parece contenta de que estés así”, expresa.
En ese momento, “solo quería preguntar por mi mujer, por qué me había pasado, qué había sido…”. Pero, no pudo hacerlo por el agujero que tenía en la garganta debido a la traqueotomía. “Se salía el aire por la cánula y claro era imposible. Incluso con el respirador me costaba respirar”, explica.
En total, Rafa estuvo tres meses en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y desde entonces está reaprendiendo a usar su cuerpo.
“Puedo fregar los platos. Mi mujer dice ‘ya puedes ser útil en casa’”, celebra el hombre que recuerda que trabaja como frutero en unos grandes almacenes y que, casi un año después de infectarse, “sigo siéndolo”.