Aurora de Miguel habla y conmueve. Perdió a su madre, Lucía, de 80 años. Y lo que la atormenta un año después es que muriera sufriendo. "No podía tomar la medicación, no les podían poner ni suero...Murió asfixiada, sufriendo, seguro”. Lucía murió como otros 70 ancianos en la residencia pública de Alcorcón (Madrid), cuando la saturación hospitalaria era máxima. A principios de abril. El día que murió fallecieron más de 900 personas en Madrid.
Por eso Lucía estuvo tres días fallecida en el geriátrico, sin que recogieran su cuerpo. Luego la familia perdió su pista durante 17 días. Los bomberos levantaron su cuerpo y Aurora la encontró el día de la incineración. Estaban tan saturados que en el tanatorio ni ponían cortinas. El ataúd ponía un nombre y un código de barras. El horno, el ataúd...
Pero lo que destroza a Aurora es pensar que su madre sufrió, que murió ahogada y sola. "En pleno siglo XXI y que aún muramos sufriendo". Ella es una de las más de 20 familias que han denunciado al geriátrico de Alcorcón. Su querella, que lleva el juzgado número 4 de Alcorcón, apunta también contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y al consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, por el protocolo que impedía hospitalizar a los mayores de geriátricos con graves problemas de salud.
El próximo día 22 de marzo las familias están citadas en el juzgado para la designación y ratificación de la denuncia. Un año después. "Las órdenes de no hospitalizar venían de arriba", asegura Lola Parra, miembro de la asociación La Marea. Ella perdió a su suegro. "Antonio era el rey de la residencia. Conocía a todo el mundo. Era muy especial”. A la familia de Lola le dijeron que Antonio estaba bien el mismo día que murió. En los días previos, la familia insistió una y otra vez en que lo ingresaran en el hospital. No lo hicieron. "La residencia debió denunciar que no los dejaban derivar a los hospitales. Nos mintieron".
Las familias, un año después, continúan sufriendo. Algunas están en tratamiento psicológico. La preocupación última es que murieran pensando que los habían abandonado. Lola cuenta que su suegro, en las pocas ocasiones que pudieron hablar con él, sólo preguntaba: "¿cuándo vais a venir? ¿Cuándo, cuándo os veo?". Carmen López, que perdió a su madre, relata entristecida que a su madre la encerraron en su habitación. "Me decía que le recordaba a la guerra". Y María Jesús Valero confiesa que no se ríe apenas desde hace un año. Cuando le sale una sonrisa, rápidamente se acuerda de su padre, que murió solo en la residencia de Usera, y se siente extraña. Recuerda que su padre cada vez que se sentía enfermo le decía a su hermana y a ella "menos mal que habéis venido, no quiero morirme solo". Y murió en soledad. Sin una mano, sin un cariño. "¿Qué pensaría, que le habíamos abandonado? Es muy duro".