La madre de la niña con autismo vejada lo tiene claro: el peor castigo para las profesoras será escuchar sus palabras. Y lo que se oye durante las seis horas de grabación demuestra que los hechos que conocemos día a día en el trato a los mayores en residencia o a niños más vulnerables puede ser solo la punta del iceberg de una realidad social que machaca al débil. Solo se entiende así que profesores especializados, vocaciones como lo que han salido a la luz del colegio Cervantes de Sevilla. Y salen más casos de padres que denuncian el trato a sus pequeños.
“Esta niña tiene el cerebro cascado", "yo también sé dar golpes", "ya se ha trastocado", "lávate las manos, cochina, que te estoy viendo jugar con los mocos" o "en el manicomio de Miraflores había este perfil en adultos" son sentencias muy duras, que pueden estar sacadas de un contexto determinado pero que un profesional nunca debe decir. Es lo que piensa la madre de la pequeña de 7 años que ha denunciado a cuatro de sus maestras por vejaciones.
"Cuando dejas a tu hijo en el colegio, esperas que sea un sitio seguro, donde como mínimo lo respeten", relata la madre de la menor en una carta que ha publicado en su perfil personal de Facebook, en la que dice que se ha encontrado con este problema, y describe a su hija como "independiente, simpática, cariñosa, risueña, que no vive en su mundo, que habla lo poco que por ahora puede pero que comprende casi a la perfección".
Asegura que la niña le hizo entender la situación "con miradas", unidas a que "el presentimiento de una madre nunca falla", y tras tomar la decisión de denunciar a las maestras puede decir "orgullosa" que su hija "ha conseguido movilizar un país a favor de los niños con cualquier tipo de discapacidad". Para las profesoras, dice que el peor castigo para ellas será "escucharse" en las grabaciones, para añadir que "pero aun así, hay muchos profesionales de verdadera vocación que merecen estos puestos", y se felicita de que su hija se encuentra ahora "en un colegio nuevo maravilloso del que nunca sale con la mano mordida", y donde "ahora es feliz. Ha dado un giro de 180 grados en todos los aspectos".
La madre de la niña termina la carta diciendo que los padres han tenido "mucho tiempo para no dormir, llorar, sentirnos culpables, pedir perdón a nuestra hija y coger fuerzas para lo único que queremos, luchar para que se haga Justicia". Cambio de centro La niña estará los próximos dos años en un centro de educación especial, tras tomar los padres la determinación de cambiarla de centro por consejo de los psiquiatras que la atienden.
Según se recoge en la querella, la niña padece un Trastorno Generalizado del Desarrollo con Trastorno del Espectro Autista (TEA), Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) y epilepsia, acudía al Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Cervantes de Dos Hermanas, en un aula específica para niños con problemas similares al suyo. Los padres apreciaron que sufrió dos crisis epilépticas en poco tiempo "y desarrolló conductas autolesivas desconocidas hasta la fecha con importantes y habituales mordeduras en las manos", conducta que iba en aumento cuando iba al colegio, y dejaba de evidenciarse cuando llegaba el fin de semana.