Sami tiene 11 años y padece autismo. Lleva ocho años en un colegio madrileño a cargo de Inma, la profesora responsable del aula TGD (Trastornos Generalizados del Desarrollo). Hace unos días la dirección del centro comunicó a la docente que no contaría con ella el próximo curso. Sami ha escrito una carta al director -que tiene en contra a los padres, demás profesores y alumnos- para pedirle que “piense en los demás” y no les deje sin Inma.
“Una de las profes que más me ha ayudado ha sido Inma. Si no hubiera pasado esto, yo habría tenido muchos problemas para el estudio y para relacionarme con los demás”. Con estas palabras le cuenta Sami, un niño con autismo de 11 años, al director de su colegio, Alejandro Rubio en Guadalix de la Sierra, Madrid, porque no quiere que se vaya su profesora.
A Inma, que así se llama la docente responsable del aula TGD (Trastornos Generalizados del Desarrollo) o aula de los girasoles –como llaman en el cole a esta clase- le comunicaron el pasado mayo que no contarían con ella el próximo curso. La profesora tiene plaza fija en otro centro pero lleva nueve en este y no quiere marcharse.
Cuenta con el apoyo de sus alumnos, como demuestra la carta de Sami, del resto de compañeros y de los padres.
Los padres de los alumnos del aula girasoles aseguran que esta clase es una referencia para los niños con este tipo de trastornos en el norte de la Comunidad de Madrid y que la dirección del centro solo alega motivos de organización, no pedagógicos.
En el AMPA han recogido más de 700 firmas para que la dirección reconsidere su decisión.
Sami sostiene en su carta que él ha aprendido todos estos años a respetar y relacionarse con los demás. “Tener discapacidad no te impide lograr cosas. Sino que lo importante es que todos podamos dar lo mejor de uno mismo e Inma me ha ayudado a cumplir esto”. Además señala que otros niños que ahora empiezan primaria necesitan de la ayuda de esta profesora. “Piensa en los demás”, concluye Sami.