Con la carrera por conseguir una vacuna segura y eficaz para aplacar la pandemia del coronavirus, frente a todos aquellos que lo aguardan con esperanza resurge también la desconfianza entre algunos colectivos antivacunas.
Por eso, cabe recordar la situación por la que pasaron unos 200.000 niños en España nacidos en la década de los 50 y principios de los 60; una cifra aproximada aportada por las asociaciones de enfermos. El número oficial no existe al carecer España de un registro de afectados, un síntoma de la desidia de la Administración hacía los últimos a los que atacó el virus de la poliomielitis, pero a los que la invención de la vacuna les llegó tarde, a mediados de los 60.
La llamada infección de la polio era muy contagiosa entre niños. Si no les mataba, les dejaba terribles secuelas. Sobre todo, la parálisis en las extremidades. Los enfermos, que sufrían múltiples operaciones, eran fácilmente reconocibles en la calle por los hierros que sujetaban sus piernas para que pudieran andar. Ellos, mejor que nadie en España, saben lo que es no tener la oportunidad de ser vacunados.
José Andrés Salazar fue médico e investigador afectado de polio, y hoy, en plena pandemia provocada por el SARS-CoV-2 y ante el auge del negacionismo y los antivacunas, lanza un mensaje: "Me parece que los que reniegan de las vacunas son unos tremendos egoístas porque se convierten en transmisores del coronavirus”, sostiene.
Además de las secuelas permanentes, a los 30 o 40 años después de la infección les sacude el síndrome post-polio que, entre otras cosas, les produce una mayor atrofia muscular, dificultad para tragar o respirar, cansancio extremo, etc. Actualmente, se cree que puede haber unos 70.000 afectados. Tampoco hay una cifra oficial. Esa es precisamente una de las reivindicaciones que reclama desde Málaga su asociación de enfermos de polio, seguramente una de las más activas de España. Además su presidenta, Gracia Acedo, denuncia otros problemas. Principalmente la falta de formación sanitaria respecto al síndrome post-polio (no hay unidades de atención clínica específica) y la dificultad en las ayudas económicas, con diferencias entre comunidades.
Los afectados, como Pedro, Mari Carmen, Gracia o José Andrés, quienes han sido entrevistados en este reportaje, saben muy bien lo que es no tener una vacuna que les hubiese cambiado su vida. Por eso, hoy sin dudarlo afirman que quieren ser de los primeros en vacunarse contra el coronavirus.