Comer 12 uvas en Nochevieja para dar la bienvenida al nuevo año es una costumbre muy arraigada en España, por mucho que nos cueste cumplir con los tiempos que marcan las campanadas y por mucho atragantamiento que se genere en el camino. Se dice que, si somos capaces de ingerirlas en tiempo y hora, el nuevo año vendrá cargado de buenas noticias. En realidad, cada país tiene sus propias costumbres, tradiciones y supersticiones en este sentido y, aunque las uvas se consumen en otros lugares más allá de nuestras fronteras, existe un amplio catálogo de rituales de año nuevo repartidos por todo el globo. ¿Dónde no se comen uvas en fin de año? ¿Qué otras costumbres existen en torno a la Nochevieja en el resto del mundo?
La costumbre española de comer doce uvas en fin de año tiene su origen en 1909, año en el que los viticultores de Alicante decidieron lanzar una campaña para vender parte de su exceso de producción a los ciudadanos, asociando el consumo de doce uvas en la última noche del año con la buena suerte para el siguiente ejercicio. Fue en ese momento en el que comenzó a gestarse la tradición de comer doce uvas, una por campanada, para dar la bienvenida al nuevo año.
En concreto, la variedad vendida en ese primer momento fue la uva blanca Aledo: los comercios vendían paquetes de doce uvas ya preparadas para consumirse en el último día del año. También se dice que el origen de esta tradición lo encontramos en Francia, donde ya era costumbre consumir champán y uvas en Nochevieja. La burguesía española habría adoptado esta tradición en nuestro país, que se fue popularizando poco a poco entre el resto de capas sociales.
El consumo de uvas se extendió posteriormente a algunos países de Latinoamérica, como México, Venezuela, Perú, Ecuador, Colombia o Puerto Rico, países que también encierran sus propias costumbres.
Así, en el resto del mundo existen tradiciones paralelas que tendrían como nexo de unión la idea de generar suerte en el momento de tránsito entre dos años. Uno de los casos más conocidos es el de Italia, donde se celebra la Notte di Capodanno con lentejas estofadas con pata de cerdo. Es costumbre consumir esta receta en la última noche del año, y terminarse el plato es sinónimo de buena suerte para los meses que vienen. En concreto, cuantas más lentejas se coman, más dinero ganaremos en el siguiente año, o al menos así lo indica la tradición.
En Francia, por su parte, la costumbre más arraigada es la de brindar con champán, mientras que los noruegos tienen la tradición de salir a la calle tras la campanadas para tirar petardos y fuegos artificiales. Más curiosa es la costumbre danesa de romper las vajillas viejas en la puerta de vivienda familiar o en la de los amigos la noche del 31 de diciembre para atraer la buena suerte.
En Alemania, por su parte, es tradición dejar en el plato restos de lo que se haya cenado hasta que se traspase la barrera de la medianoche: este gesto hará que, en el nuevo año, la comida no falte en los hogares. También se brinda con champán (algo que también hacemos en España) y se lanzan fuegos artificiales.
En el caso de Japón, la tradición marca cenar sopa de fideos. También se tocan las campanadas hasta 108 en los templos budistas para ahuyentar a cada uno de los 108 pecados que acechan a los humanos. Más divertida es la costumbre norteamericana de besar a alguien a medianoche para empezar el año con buen pie.
También es frecuente usar ropa interior de distintos colores para atraer distintas cosas. Por ejemplo, los argentinos usan ropa interior rosa para atraer el amor, y los brasileños la eligen blanca para alejar a los malos espíritus. En México la ropa interior elegida es roja, mientras que en Colombia, Perú y Venezuela se opta por el amarillo para atraer el dinero y el éxito.
Es curiosa la costumbre chilena de barrer la casa expulsando la suciedad hacia la calle para echar fuera también las malas energías, así como abrazar a alguien a medianoche para atraer el amor. A las almas más viajeras les encantará la tradición colombiana, chilena y venezolana de dar una vuelta a la manzana con una maleta vacía para atraer los viajes en el nuevo año.