Diana no fue atropellada como dijo El Chicle en su primera versión. No tenía roturas, ni lesiones en los huesos. Y no fue estrangulada con las manos de manera accidental, como dijo José Enrique Abuín en la segunda versión, la que hizo, preparada, cuando se levantó el secreto del sumario y vio que la versión atropello no se sostenía. Con lo que no contaba El Chicle es con la precisión de los forenses que iban a estudiar el cuerpo de Diana. Hoy los tres médicos forenses oficiales, los que trabajaron por encargo del juzgado, han tumbado la versión de que robaba gasolina y, asustado porque Diana le sorprendió, la abordó por detrás y la asfixió sin querer. Los peritos han dejado claro que solo pudo romper el hueso hioides y varias vértebras presionando con la brida que fue encontrada abrazando el pelo de Diana cuando la cabeza se desmembró. Romper el hioides en una chica joven es más complicado y requiere una fuerza tremenda que no pudo hacer con las manos. Porque en una chica de esa edad ese hueso es más flexible que en una persona madura y “sería como romper una rama verde en vez de una seca”. Así lo ha explicado Alberto Fernández. Otro de los forenses, que ha actuado por encargo de la acusación particular, ha explicado lo mismo; que la fuerza que se necesita para romper el hioides es imposible conseguirla con las manos. Tuvo que apretar la brida hasta dejar una circunferencia de nueve centímetros, pequeña, porque la mató, pero acorde con la anatomía de Diana. “No fue una muerte casual como dijo El Chicle”. El pelo de la joven ha sido decisivo en la reconstrucción porque quedó por dentro prácticamente de la circunferencia, y pillado por la corredera de la brida, lo que significa que le puso la brida en el cuello cuando estaba viva y estiró la parte longitudinal para apretar durante cinco minutos, el tiempo necesario según los forenses, para conseguir que muriera. La reconstrucción forense no deja lugar a dudas: “Diana fue estrangulada con la brida durante al menos cinco minutos de presión, y la resistencia que hizo para no morir, con movimientos de cuello muy enérgicos, provocó las lesiones de las vértebras”. El pelo también actuó para bien cuando levantaron el cadáver y, al elevarlo en el agua para sacarlo del pozo, el cuello se separó de la cabeza y la brida en vez de caer al fondo, quedó enrollada en el pelo. Si llega a caer, la prueba de la brida no habría sido tan contundente como lo ha sido hoy.
Además los peritos aseguran que Diana pudo estar maniatada con las cintas encontradas en el fondo porque las partes donde hubo esa presión fueron las que primero se desmembraron del cuerpo. Pero la saponificación, y el lavado de 500 días en agua corriente del pozo, impidieron encontrar signos defensivos y señales de una violación. Los forenses aseguran que “no hallarlas no prueba que no hubiera agresión sexual”. Solo uno de los médicos forenses, el de la acusación, cree que hay un rastro en un edema en los labios superiores que significaría, según él, que sufrió una agresión con embestidas violentas. Sin embargo otro de los antropólogos forenses, el oficial, ha explicado que el edema no es tal, y que él examinó el cuerpo y esa inflamación se produjo al hincharse dentro del agua. La discusión entre los dos peritos ha sido muy técnica. Uno de ellos no había visto más que una foto, y para justificar que se veía bien el edema, ha dicho “que la foto es muy buena”. También decía para justificarse que no se producen edemas una vez muerta, solo en vida. “Es que no es edema” contestaba el médico. La confrontación entre los dos equipos de forenses ha sido muy significativa. Es la clave en el día más importante del juicio para probar la agresión sexual que llevaría a El Chicle a la prisión permanente revisable.
La abogada de la defensa se mostraba muy contrariada con esos comentarios, pero ha tenido suerte cuando el juez ha preguntado si la postura de piernas abiertas podía significar algo relacionado con la agresión sexual, y los peritos han asegurado que no. Lo han dicho con pesar, pero lo han dicho. La pregunta la hacía el juez porque los buceadores que sacaron el cuerpo dijeron que la postura nunca antes la habían visto y el rigor mortis de Diana indicaba que algo espantoso había ocurrido antes de morir, sugiriendo que las piernas abiertas podían constituir una prueba de violación. Pero el forense ha aclarado que la postura solo indicaría violación si no se hubiera movido el cuerpo de sitio, y no es el caso; fue cambiado de postura hasta en dos ocasiones, para arrojarlo y para lastrarlo veinte días después. De hecho la conclusión sobre la postura del cuerpo es que el lastre servía para haber hundido “tres cuerpos” y eso produjo una hiperflexión de la espalda y la rotación del cuerpo. Por eso fue encontrado invertido cuando El Chicle lo había arrojado de pie.
La acusación particular ha conseguido que su experto matemático diga que en el 93% de las agresiones sexuales se repiten los mismos patrones que con Diana, es la prueba que presentan para demostrar que sí hubo violación. Es el teorema de Bayes. Analizan variables; cuerpo oculto, cuerpo con ataduras, estrangulamiento, víctima agotada y cadáver desnudo, hasta alcanzar la probabilidad de que sea un móvil sexual. La postura de las piernas coincide con la de las agresiones sexuales con resultado de muerte, pero el hecho de que se haya movido “hace que la postura en este caso no tenga ya relevancia”. El forense oficial ha dicho que ninguna sociedad científica forense autoriza el teorema de Bayes en la justicia y no se recomienda. Juan Carlos Quer, hoy ya sin su hija Valeria, ha tenido que soportar momentos muy duros durante la sesión. Hasta el juez ha intentado tranquilizarlo con sus gestos.