Jorge Llinás, director y responsable de cirugía del Hospital Veterinario AniCura Valencia Sur, al que remiten muchos animales maltratados o que han sido desahuciados tanto de otros puntos de España como del extranjero, ha denunciado en una entrevista a Efe la necesidad de concienciación social sobre este tema.
El centro valenciano, abierto desde hace siete años y donde trabajan 60 personas, ofrece un servicio integral con la práctica total de las especialidades veterinarias y cuenta con un equipo multidisciplinar que aporta su experiencia en hospitales de Europa y Estados Unidos "para resolver los casos más complicados".
El veterinario confiesa que los casos que más le han marcado son aquellos en los que no ha conseguido salvarlos -"Veo esas familias rotas...", lamenta- y explica que tienen en el centro un perrito que ha llegado desde Madrid por una parálisis laríngea y sus dueños están vendiendo el coche y haciendo todo lo posible por él.
Al año pasan casi 5.000 casos extremos y complejos, como el de Apolo, un perro mestizo al que reconstruirán con una prótesis la mandíbula que alguien le partió, o Lía, un bichón maltés de 3 meses de vida al que han operado del corazón.
Llinás está considerado el "Cavadas de los animales" por las complejas intervenciones que realiza, como la de Sky, un perro que trajeron de Alemania, donde iba a ser sacrificado, y fue sometido a una cirugía maxilofacial para reconstruirle la mitad de la cara, que le había sido seccionada con un arma blanca.
"Me halaga el símil pero estamos a años luz de un cirujano tan grande como (Pedro) Cavadas; ojalá podamos hacer cosas tan parecidas", afirma el veterinario, que añade que Valencia Sur es un centro de referencia donde se realiza un "trabajo en equipo".
El centro también ha hecho intervenciones como la de Magnus, un cachorro de león de 4 meses que trabajaba en un circo y cuyo problemas de esófago le impedían comer alimentos sólidos, o la de Duna, que llegó al hospital con la cara destrozada tras ser abandonada por un cazador y era incapaz de comer y beber.
"Lo más frustrante es cuando ves que no lo consigues, el dolor de la familia se te queda en la cabeza y el corazón, la última mirada de ese perro o gato... Eso duele", revela Llinás.