Dos mujeres británicas han mantenido una batalla legal durante años para determinar a quien le correspondía alimentar a un gato. La dueña del animal se enfrentó en los tribunales contra su vecina porque esta frecuentemente le daba comida a su mascota.
Más de cuatro años de guerra. En 2015, Jackie Hall empezó a notar que su gato, llamado Ozzy, permanecía durante mucho tiempo fuera de casa y que, incluso, en alguna ocasión, regresaba con un collar nuevo. Preocupada, instaló a Ozzy y localizador GPS. El rastreo la condujo hasta la casa de su vecina, Nicola Lesbirel, quien llevaba años alimentándolo, informa Russia Today.
Hall y su marido no dudaron en pedirle a Lesbirel que dejase de alimentar a su mascota. Lo hicieron en múltiples ocasiones y a través de cartas, mensajes de textos y correos electrónicos, a los cuales su vecina hizo caso omiso porque, afirmó, el felino estaba muy "apegado" a ella y a su casa. Fue entonces cuando emprendió una batalla legal que duraría años y en la que gastarían más de 20.000 libras (23.000 euros).
Hasta el año pasado los tribunales no dictaminaron sentencia. La razón, para los Halls. Su vecina se vio obligada a firmar una cuerdo vinculante en el que se establecía que no alimentaría más al gato, no le cambiaría el collar puesto por sus dueños y nunca le dejaría entrar en su vivienda. Años de lucha para que Ozzy nunca más busque cariño y alimento fuera de casa.