Danielle Metz tenía tan solo 26 años cuando fue condenada a pasar su vida en prisión por estar involucrada en un delito de tráfico de drogas sin violencia. Sucedió en 1993, cuando la entonces joven estadounidense combinaba sus estudios a tiempo parcial con el transporte de droga desde Nueva Orleans, Louisiana, hasta Houston, Texas. Trabajaba como ‘mula’, y lo hacía por su marido, Glen Metz. Había sido arrastrada por él y por su mundo; por sus actividades delictivas. Le conoció cuando tenía 18 años, cuando ya era madre de un hijo cuyo padre fue asesinado. Con Glen tuvo otro mientras estaba en el instituto, y terminó abandonando los estudios. Su marido no quería que fuese de otro modo.
Inmersa en una relación tóxica, su marido apenas la permitía salir de casa. Su vida quedó relegada a cuidar a sus hijos y ejercer de mula, las únicas actividades que Glen Metz veía con buenos ojos.
Fue así como la cogieron, transportando droga por orden de su marido; un delito que le llevó a una severa condena de tres cadenas perpetuas más 20 años. No consideraron los magistrados el contexto en el que se había producido, y decidieron imponer una condena ejemplar para que “otros que consideren seguir sus pasos criminales se lo piensen dos veces”, tal como informa el medio Essence, citando palabras del día en que tuvo lugar el juicio.
Su vida, directamente, iba a quedar ahora reducida a ver el fin de sus días en prisión.
Durante su estancia en la cárcel, no obstante, Danielle, aferrada a un atisbo de esperanza, se dedicó a hacer aquello que las malas decisiones y su marido, en primer lugar, no le permitieron hacer: continuar estudiando.
Fueron 23 los años que llevaba Danielle entre rejas cuando esa mínima esperanza a la que se aferraba encontró una recompensa insólita y muy mediática: el mismísimo –entonces presidente de Estados Unidos– Barack Obama intercedió al conocer su historia para que la indultasen y obtuviese clemencia. La sacó de la cárcel, y ella no desaprovechó la segunda oportunidad. A sus 50 años, ingresó en la universidad ‘Southern University’ de Nueva Orleans para convertirse en trabajadora social, y ahora es una estudiante brillante que ha recibido un reconocido premio por sus logros académicos: el ‘Dean’s List’, lo que se traduciría en castellano como ‘La lista del decano’, un reconocimiento a su rendimiento.
“No sabes lo que hiciste por mí. Por fin estoy consiguiendo seguir mi propio camino”, manifestó hace poco Danielle en una entrevista reciente para Usa Today en la que expresaba su eterna gratitud y los logros que estaba alcanzando.
Ahora, ha sido el propio Barack Obama el que la ha contestado con una carta dedicada específicamente a ella.
“Estoy muy orgulloso y muy seguro de que tu ejemplo tendrá un impacto positivo en otras personas que están buscando por una segunda oportunidad”, escribió, felicitándola por sus méritos universitarios.
Además, muy atento, Obama cerró la misiva interesándose por su familia: “Dale un saludo a tus pequeños, y que sepas que estoy junto a todos vosotros”.