La muerte de la actriz Verónica Forqué a los 66 años ha puesto sobre la mesa los suicidios. Cada día mueren por esta causa 10 personas en España. Un adiós que hace aún más dura la despedida para los familiares y amigos del fallecido. Para afrontar ese dolor la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio y Familiares y Allegados en Duelo por Suicidio (Red AIPIS-FAeDS) ha elaborado una guía.
Los supervivientes son para Red AIPIS-FAeDS esos familiares, amigos o allegados que deben afrontar el duelo por el suicidio de un ser querido.
El suicidio “es multicausal, es decir, no existe un solo factor o circunstancia que lleve a una persona a atentar contra su vida, aunque puede existir un último desencadenante, circunstancia que suele llevar a muchos” familiares y allegados “a pensar que esa ha sido la única causa y que podrían haberla evitado”, explican desde Red AIPIS-FAeDS. “Es común cometer el error de analizar el pasado con los conocimientos que ahora tenemos. No debemos olvidar que en muchos casos nuestro ser querido lo ocultó y no aceptó o no pudo aceptar nuestra ayuda”, añaden.
El suicidio ha sido siempre un tema tabú en nuestra sociedad. La muerte de Verónica Forqué, una respetadísima y querida actriz con más de 50 años de carrera, ha puesto la depresión -una enfermedad mental- y el suicidio sobre la mesa. Cada día mueren por esta causa 10 personas en España.
Algunas de las causas que diferencia el duelo por suicidio de otros tipos de duelo es la culpa irracional, la estigmatización social, la búsqueda del por qué y, en algunos casos, la ocultación y la vergüenza, según los expertos.
“El suicidio es una muerte autoinfligida que puede ser inexplicable para la persona superviviente además de repentina o inesperada. Todo eso genera una serie de alteraciones a nivel de pensamientos, emociones, de comportamientos y físicas”, explican desde Red AIPIS-FAeDS.
Tras el suicidio de un ser querido, las relaciones sociales suelen verse afectadas. A veces, porque ocultamos la verdadera causa de la muerte; otras porque sentimos que nos hacen culpables de lo sucedido y otras porque los demás no saben qué decir o cómo ayudar a los supervivientes.
Cuando se decide no contar que él suicidio es la causa de la muerte el duelo se complica porque la realidad no va a la par con el duelo, ni las emociones. Y aunque, los expertos señalan que cada persona debe decidir si compartir el motivo o no, debe hacerlo sabiendo porque no lo hace: por miedo a que nos juzguen, por vergüenza o por cualquier otra razón. Y si se decide contar hay que estar preparado para algún que otro comentario inapropiado.
A veces es la familia del fallecido quien impone el silencio, por la razón que sea. Eso no suele ayudar a gestionar el duelo. Desde Red AIPIS-FAeDS insisten en que el “silencio impuesto por la familia nos puede hacer sufrir más porque no tenemos con quién compartir lo que sentimos. El aislamiento para evitar escuchar opiniones provoca distanciamiento entre la familia y los amigos” y además, “no se puede vivir continuamente disimulando sin expresar nuestras emociones”.
Los expertos señalan que poder hablar con la familia, amigos o personas de confianza ayuda. Los límites de lo que se quiere o no contar los pone el superviviente y también los tiempos. “Es importante que se respete cuándo se quiere o se puede contar”. Esto, junto con la ayuda externa, ayuda a avanzar en el duelo, un proceso que puede durar años.