Los toldos son casi imprescindibles en algunas casas durante los meses de calor: es uno de los remedios más efectivos para mantener fresca cualquier estancia sin necesidad de aire acondicionado, sobre todo si recibe sol durante muchas horas del día. Precisamente porque su uso se relaciona más con los meses de verano (y muchas veces, con las casas de verano), es normal que éstos acumulen suciedad durante el invierno y que, llegado el momento de desplegarlos, nos encontremos con problemas de mantenimiento. Nada mejor para alargar su vida útil que mantenerlos limpios e impecables. ¿Cómo limpiar un toldo
El material más común a la hora de comprar un toldo es la lona acrílica, muy resistente y con una vida media de entre 10 y 15 años. Su durabilidad va a depender, lógicamente, de las condiciones a las que esté expuesto, pero también de su mantenimiento y de la limpieza que reciba, que debe ser periódica y llevarse a cabo con los materiales y productos adecuados.
En realidad, limpiar uno de estos aparatos no es nada complicado y normalmente no hace falta desmontar el toldo para limpiar. Eso sí, debemos usar los productos adecuados y ser constantes, evitando que la suciedad se acumule durante mucho tiempo. Lo mejor es que los toldos queden recogidos cuando no sean necesarios, especialmente en caso de lluvia, viento o nieve. Con todo, si nos sorprende la lluvia y el toldo permanece abierto, no lo recojas hasta que esté completamente seco, ya que, de lo contrario, podría generarse moho.
Además, en caso de rotura o avería, lo mejor es acudir a un profesional cuanto antes para evitar que el problema se agrave: normalmente es posible repararlo para que siga proporcionándonos sombra y frescor durante más tiempo.
En cuanto a la limpieza del toldo, lo ideal es llevarla a cabo semanalmente durante los meses de uso para retirar polvo y suciedad. Incluso aunque no lo utilices, asegúrate de limpiarlo al menos una vez al año. Cuando aparezcan manchas, cuanto antes intentes eliminarlas, mucho mejor.
Emplea para la limpieza un jabón suave y agua fría o tibia, y frota con una esponja suave o con un trapo para evitar el deterioro de la tela. Si no puedes acceder al centro del toldo, un truco es usar un cepillo de barrer. Resulta muy cómodo y muy eficaz utilizar un spray rociador para esparcir el agua jabonosa, y es probable que debas utilizar una escalera para acceder al toldo. Si es posible, puedes ayudarte con una manguera o similar para facilitar el trabajo, sobre todo de cara al enjuagado. Si no dispones de una, siempre puedes utilizar cubos de agua y verterlos por la superficie para retirar el jabón y la suciedad.
En cuanto a la zona de metal o aluminio, también debe limpiarse con regularidad, siempre utilizando productos aptos para este tipo de material y evitando estropajos o cualquier otra herramienta de limpieza que pueda resultar abrasiva. Por ejemplo, puedes usar también una esponja suave, un paño de microficha o un cepillo suave. No olvides usar vaselina o cualquier material indicado para lubricar la zona de recogida.
Por último, ten siempre en cuenta las instrucciones del fabricante: en ellas encontrarás los mejores consejos para el mantenimiento de tu modelo específico.