'Comida real para bebés' (editorial Vergara/ Penguin Random House Grupo Editorial) , o lo que es lo mismo, una guía para padres primerizos que puede ser el gran regalo de esta Navidad, no en vano, la batalla por la comida, por ese dulce o salado que no entra, el miedo a dar de comer sólido antes de tiempo... y esa temporada de los dientes no han sido olvidadas por ningún padre. Recalentar en el baño maría los alimentos o hacer el avioncito se transmiten de generación en generación. No en vano, la alimentación de los hijos juega un papel muy importante en las familias, sobre todo desde el embarazo hasta los dos años, ya que será la base de su bienestar el resto de su vida. Por eso, es fundamental que los más pequeños aprendan a comer desde pequeños alimentos sanos, variados y de calidad. Esa es la teoría, pero cómo lo logro.
En este libro encontrarás más de 50 recetas saludables, sencillas y con ingredientes de uso cotidiano, que aportarán al bebé los nutrientes necesarios para crecer sano y feliz. En cada receta, los consejos y las fotografías están pensados para ayudar a que la alimentación de los peques no sea un problema para los padres y para que los niños puedan disfrutar de esta etapa tan importante para su salud.
Tres mamás han sido las encargadas de cocinar el libro. Laura Hoyos es mamá, ingeniera y asesora de BLW y crianza. Gaby Cárdenas es también mamá y diseñadora gráfica. Andrea Fontecilla es mamá y profesional del mundo digital. Todas ellas son emprendedoras y promotora (s de la alimentación saludable, el BLW (baby-led weaning) y la crianza respetuosa. Hablamos con Laura, que nos desgrana las claves de un reto que nadie sabe lo empinado que es hasta que no recorre el camino: hacer que un bebé sepa comer de todo y bien.
Los bebés de forma innata tienen preferencia por los sabores dulces y suelen rechazar casi instantáneamente los sabores agrios y amargos. Esto se debe a un mecanismo de supervivencia en donde lo verde y lo amargo, era el veneno. Y por el contrario, tienen preferencia con los sabores dulces debido a la leche materna, que es su alimento durante los primeros años de vida y además les proporciona tranquilidad y seguridad. Y
Actualmente se sabe que los bebés comienzan a probar los sabores de los alimentos desde el útero materno, a través del líquido amniótico y posterior a nacer a través de la leche materna. Y que es posible ir preparando sus papilas gustativas e incluso sus preferencias con lo que come la madre.
Está comprobado que a mayor veces que ofrezcamos el alimento, mayor va a ser su aceptación. Probablemente, la primera vez que probamos el sushi o el yogurt, no nos gustó, pero poco a poco a medida que lo fuimos intentando, ya se han convertido hasta en favoritos. Pues, igual pasa con los bebés, hay alimentos que no les harán mucha gracia, como por ejemplo los vegetales, y los rechazarán no una ni dos, sino varias veces. Lo importante es seguir ofreciéndole el alimento sin etiquetarlo como que no le gusta y no se lo doy más. Para que acepte un sabor nuevo es necesario que lo pruebe entre 8 y 40 veces, tratando de no dejar un periodo de tiempo muy largo entre exposiciones. También podemos probar cambiando la presentación del alimento o la forma de cocción.
3. Que el bebé no coma es uno de los dramas de los padres, sobre todo primerizos. ¿Hay trucos para lograrlo?Sí, lo primero que tenemos que saber, como padres primerizos, es que como su nombre lo indica la alimentación es complementaria a la lactancia materna o de fórmula, hasta el año de edad. Y que al inicio, es muy posible que algunos bebés no coman la cantidad que esperamos que coman, e inclusive algunos, coman uno o ningún bocado. Tenemos que tener en cuenta que su estómago es muy pequeño y que se tienen que acostumbrar a sabores nuevos. Entonces, nosotros como padres debemos bajar la expectativas, ya que la alimentación es un proceso que al igual que aprender a caminar, ellos tienen que aprender a comer y debemos respetar sus tiempos. Y para lograr que nuestro bebé coma, en nuestro libro “Comida real para bebés” hemos dejado varios consejos que son fundamentales, pero entre los más importantes desde mi punto de vista son:
● Cuando el bebé rechace un alimento, no significa que no le gustó. Por lo que debemos seguir exponiéndolo a ese sabor para que en algún momento lo acabe aceptando.
● Probar presentando ese alimento en diferentes presentaciones o formas de preparación.
● Ser congruentes con lo que queremos que ellos coman y lo que comemos nosotros. A través del ejemplo, ellos aprenden. Recuerden que somos su todo y si en nuestro plato hay brócoli, pues ellos lo querrán probar también.
● Y nunca obligarlos a comer. Ellos solitos, si se lo permitimos, aprenderán a autorregularse.
A lo largo de este proceso el bebé va experimentando múltiples cambios a nivel cognitivo, emocional, físico, metabólico, se enfermarán, se sentirán cansados y más; que hace que sea imposible que su apetito sea constante y regular. Ellos, al igual que nosotros los adultos, tienen sus días en los que comerán más o comerán menos.
Si queremos que ellos aprendan y disfruten de comer, la mejor forma es respetando y acompañándolos en el proceso. Si va subiendo de peso, está sano y con energía, no hay de qué preocuparse. Por esto, es sumamente importante evitar estresarse porque ellos perciben esas energías y se contagian. Mucha paciencia y amor.
Está demostrado con estudios, que la instauración de buenos hábitos alimentarios comienza desde que el bebé está en el útero, luego cuando es alimentado con leche materna y posteriormente en la alimentación del lactante y el niño pequeño. La influencia precoz a una alimentación rica y variada va a condicionar sus preferencias futuras por determinados alimentos, lo que será difícil de modificar. Y si, por el contrario, esta diversificación alimentaria no ocurre, el niño es más propenso a convertirse en un niño picky (“mal comedor”) o un “Comedor monótono”, lo que se puede extender hasta la edad adulta.
Sin embargo, la influencia social juega también un papel importante, ya que cada vez existen más y más productos procesados junto a un marketing engañoso que si bien, estamos acostumbrados a comer de todo, también ha llevado a muchos adultos que no tienen el conocimiento, a reemplazar alimentos de calidad por alimentos vacíos en nutrientes, pensando que son una buena opción.
Que darle zumos, es lo mismo que darle la fruta entera. Según la OMS considera los zumos como azúcares libres (azúcar blanca de mesa). Esto ocurre porque triturar la fruta, toda la fibra que se encuentra en la pulpa, normalmente la desechamos. Entonces, con lo único que nos quedamos es con el azúcar (fructosa). La fibra, funciona como una matriz para que el azúcar, que entra en sangre, sea absorbida de forma lenta, y al no estar presente, dicha absorción es rápida generando un subidón de azúcar en sangre. Además, masticar una fruta nos da mayor sensación de saciedad que tomarse un zumo.
Que los bebés que comen sin sal sufren porque la comida no le sabe a nada. Lo primero que debemos saber es que antes del año nada de sal, y lo segundo que cada alimento tiene su sabor y si queremos que ellos aprendan a comer y aceptar alimentos debemos ofrecerlos en su estado natural.
Que los bebés/niños que toman leche materna, tienen dificultades para empezar a aceptar los sabores. Ocurre, totalmente, lo contrario. Los bebés y niños que han tomado leche materna son más propensos a aceptar distintos sabores.
Que se debe iniciar la alimentación con frutas y verduras. Actualmente, no hay una regla específica para comenzar con un alimento o con otro. Podríamos comenzar, tranquilamente, con avena.
La mejor merienda sin duda alguna es una fruta, la que quieras pero preferiblemente que sea de temporada. Aún así, muchas veces nuestros hijos, no se sacian o tienen mucha hambre porque no comieron el desayuno, entonces, la merienda es la oportunidad perfecta para darles comidas más amigables pero igual de nutritivas y que no sea solo una fruta. Una merienda ideal sería combinar al menos 1 alimento de 3 grupos alimenticios (en el libro de Comida real para bebés, hay una lista de alimentos por grupos), y evitar la proteína. Por ejemplo, pan integral con mantequilla de cacahuete y unas rodajas de banana encima o un pudding de chia con frutas. Lo que sí debemos evitar es ofrecer alimentos ultra procesados y azucarados, que no le van a portar nada bueno a nuestro bebé.
Si partimos de la base de ofrecer alimentación variada, y además teniendo en cuenta que nuestro bebé está creciendo, no sólo a nivel físico, sino neuronal, metabólico, cognitivo, etc, por lo que necesita tanto de macronutrientes esenciales (proteínas, hidratos de carbono y grasas buenas), como de micronutrientes presentes en las frutas y vegetales, para que todo ocurra de forma correcta. Y si nos basamos en el plato para niños de Harvard, entonces, en el plato debe haber al menos un alimento de cada grupo tanto en el desayuno, como en la comida, como en la cena.
El desayuno perfecto sería un plato completo. Sin embargo, al iniciar la alimentación es imposible pensar que nuestros bebés se comerán un plato así (habrán bebés que sí pero otros que no), y tener expectativas muy altas, podría causar frustración a la madre. Por eso es importante iniciar poco a poco, introduciendo alimento por alimento e ir sumándolos al plato de acuerdo a su evolución. Desde mi punto de vista, si añadimos un cereal, una fruta y una grasa buena, alternando entre días con alguna que otra verdurita, tendríamos un desayuno ideal. Un pan integral con mantequilla de almendras untado y rebanada de bananas; Una avena con arándanos, mantequilla de cacahuete y zanahoria rallada o arepa de zanahoria o de brócoli, rellena con huevo y aguacate son buenos ejemplos (el libro “Comida real para bebés” contiene recetas super sencillas y deliciosas que se podrían ofrecer en el desayuno).
Hay una lista de alimentos que debemos evitar dar, algunos hasta los 5-6 años. Si lo dividimos por edades tenemos que los alimentos a evitar son:
● Antes del año: la leche entera, el yogurt, los quesos, las hortalizas de hojas verdes, la sal, algas e infusiones
● Antes de los 2 años: el azúcar, la miel, el cacao, bebidas azucaradas y alimentos ultra procesados.
● Antes de los 3 años: carnes, pescados, mariscos y huevos pocos cocinados, cabezas de gambas, langostinos, cigalas y el cuerpo de crustáceos como el cangrejo y similares.
● Antes de los 6 años: carnes de caza, bebidas y tortillas de arroz.
● Antes de los 10 años: Atún rojo, emperador o pez espada, tiburón (o cazón, tintorera) y el lucio.
Por otro lado, hay una lista muy específica de alimentos que no podemos ofrecer y debemos evitar hasta
los 5 años, según las últimas recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría (AEP), por ser duros o redondos en forma de moneda. Los alimentos que debemos evitar son: los frutos secos, las uvas enteras, las cerezas enteras, los tomates cherrys y champiñones pequeños enteros, la manzana y la zanahoria cruda, los gajos de mandarina enteros, las salchichas o cualquier otro alimento cortado en forma de moneda, las palomitas de maíz, alimentos duros o pegajosos como lacasitos, caramelos, mantequilla de cacahuete en cucharadas grandes, entre otros.
Al igual que los sabores agrios y amargos, el color verde normalmente es rechazado por los bebés de
forma innata para protegerse contra una toxiinfección alimentaria. Sin embargo, como ya sabemos, a mayor variedad de alimentos que expongamos a nuestro bebé, mayor va a ser la aceptación. Entonces, mientras más colores haya en el plato, más atractivo le podrá parecer a nuestros hijos, y quizás se animen a comer. Recuerden que todos comemos con los ojos antes de probar.
En mi nevera nunca falta la mantequilla de cacahuete o de almendras, frutas y verduras variadas, aguacate y huevos. Estos son alimentos muy versátiles y que combinan con pan integral, con una tostada u otro cereal, dan mucho para preparar.
En esta etapa, ya sabemos que los alimentos fríos, pero no congelados, son idóneos para calmarles
esas molestias en sus encías. Además, los alimentos en forma de barrita que ellos puedan llevárselo a la boca y que tengan cierta consistencia, también los calma un montón. Como por ejemplo: zanahoria cocida picada en barritas, palitos de pepino frío (la parte interna que es más suave) y fruta fría. Mejor evitar los alimentos duros, por ejemplo la carne, que se la podemos ofrecer en puré. También, debemos tener en cuenta que estarán un poco sensibles y quizás no coman como antes, entonces, mejor ofrecer alimentos que ellos ya conozcan y acepten.
El único alimento que sirve como asociación para dormir es la leche materna o su biberón. Las creencias de darle cereales dentro del biberón o de evitar la fruta porque no duermen, son mitos. El sueño del bebé no depende de lo que coman sino de sus fases. Al igual que aprender a comer y aprender a gatear, el sueño es un proceso evolutivo. Y a partir de los 6-7 meses, son muy comunes los micro-despertares y aunque los adultos también los tenemos pero sabemos manejar y ni siquiera nos acordamos, los bebés no saben y una vez despiertos ¿a quién buscan para que los ayuden a volver a dormir?, a nosotros. Pero no significa que tengan hambre o que se acostaron con poca comida en la barriga.
La comida sólida se puede dar desde que iniciamos la alimentación complementaria a los 6 meses. Un bebé, perfectamente, puede masticar trozos con sus encías, teniendo en cuenta que los trozos no deben ser duros. Estos alimentos se deben cocinar y llegar a una consistencia que con una presión muy suave con los dedos seamos capaces de aplastarlo. Una forma de comprobar esa dureza es meterse el alimento a la boca y si con nuestros labios podemos aplastarlo, entonces podemos ofrecerlo de forma segura al bebé. Sin embargo, sé que para muchos padres es impensable comenzar con trozos por miedo. Entonces, si iniciamos con potitos, lo único que tenemos que tener en mente es que debemos ir progresando en la textura a medida que el bebé va creciendo. Y alrededor de los 10 meses el bebé debería estar comiendo alimentos con consistencia y ya al año, si debería comer trozos.