El cuerpo de Blanca Fernández Ochoa regresaba a casa en un helicóptero de la Policía Nacional que aterrizó en el campo de fútbol de Cercedilla, donde todos lloran su pérdida. Cuatro agentes del Geo custodiaron sus restos mortales desde La Peñota, una de las cumbres más exigentes de la Sierra de Guadarrama; el lugar donde ha sido encontrado su cadáver.
Es “la montaña que ella amaba”, como indica su cuñado, Adrián Federighui.
El cuerpo sin vida estaba en la imponente montaña, a casi 2.000 metros de altura, a unos 5 kilómetros del lugar donde apareció su coche.
Su cuerpo lo encontró Xena, una pastora alemana del servicio cinológico de la Guardia Civil, especializada en drogas, pero que ha conseguido dar con el cadáver de Blanca. Su guía era un agente que se había sumado a la búsqueda. Tras encontrarla, ni él ni el voluntario que lo acompañaban han querido acaparar ni un segundo de protagonismo: “No vamos a hacer ningún tipo de declaraciones. Apoyar a la familia. Un abrazo a toda la familia y nada más”, han dicho.
La pésima noticia ha borrado la esperanza de los rostros de quienes han buscado a Blanca durante todos estos días, sumiendo en el dolor a familiares, allegados, efectivos de búsqueda, vecinos de Cercedilla y de toda España, que hoy recuerda su imborrable sonrisa entre muestras de afecto y cariño.