¿Qué tienen en común el 'mataviejas' de Santander y el triple asesino de Morata? La respuesta es fácil: ambos han pisado la cárcel por haber matado y ambos han sido protagonistas de crímenes que se han perpetrado dentro de prisión. Pero el primero fue víctima; el segundo, verdugo. Esa es la diferencia.
Son dos hechos que destacan entre los delitos de sangre que se cometen entre rejas. Pero pese a ser llamativos, no responden a la realidad diaria de las prisiones españolas, donde la vida del interno se desarrolla sin sobresaltos.
No obstante, un repaso a la hemeroteca descubre un puñado de asesinatos perpetrados en la prisión, algunos de ellos cometidos escasos días después de que el autor entrara en la cárcel y reincidiera en el mismo delito por el que lo habían metido en 'chirona'.
Y en muchos de ellos, pero no en todos, la víctima también es común: el compañero de celda.
EFE ha recopilado algunos de estos casos después de que esta misma semana Dilawar Hussein F.C., de origen paquistaní y de 42 años, acusado de matar a tres hermanos -dos mujeres y un hombre- en la localidad madrileña de Morata de Tajuña, decidiera quitar la vida a su compañero de celda, un búlgaro de 39 años.
Dilawar Hussein F.C. apenas llevaba 22 días encerrado en ese centro penitenciario.
José Antonio Rodríguez Vega, apodado el 'mataviejas', fue condenado por haber violado y asesinado al menos a 16 mujeres mayores en Cantabria a finales de los ochenta.
El 24 de octubre de 2002 y en la cárcel de Topas (Salamanca) fue apuñalado por otros dos presos que, según señalarían, se sintieron molestos por "el tono presuntuoso con el que hablaba José Antonio".
A pesar de los numerosos y graves delitos cometidos, el 'mataviejas' se encontraba muy contento y esperanzado en salir pronto en libertad condicional y alcanzar una cuantiosa fortuna divulgando sus memorias. O eso creía.
Sus compañeros de cárcel también creían que trabajaba como 'chivato' ante los funcionarios. Así que fuera por lo que fuera, el 'mataviejas' no salió con vida de la cárcel.
En la celda no se puede tener lo que se quiera, y menos armas. Pero para matar vale cualquier cosa, como se puede concluir al revisar algunos asesinatos del 'trullo'.
Un ejemplo, en marzo de 2006 un recluso acabó con la vida de su compañero de celda, de 72 años, en el centro penitenciario de Alhaurín de la Torre (Málaga) al agredirle con un palo de escoba que formaba parte del equipamiento de la celda.
El agresor lo partió en dos mitades que clavó en numerosas ocasiones a la víctima.
Bastantes años más tarde, en marzo de 2023, un preso de la cárcel Sevilla II, en Morón de la Frontera, fue estrangulado por un compañero de celda que usó el cordón de un zapato. El presunto agresor estaba pendiente de un procedimiento de expulsión a su país, Marruecos, por robos en domicilios. Él mismo retrasó su salida.
También bastan los puños para quitar de en medio a otro preso, como en este caso: En noviembre de 2021 Lisandro P.C., un joven de 19 años interno en la cárcel Madrid VI de Aranjuez y miembro de una banda de aluniceros, murió tras una pelea con otro recluso con el que se había citado en el baño para pegarse.
Durante la pelea, el otro preso golpeó con las manos a Lisandro, que cayó al suelo y se golpeó en la cabeza contra la puerta del baño, lo que le dejo inconsciente. El herido fue evacuado a un hospital, donde murió.
Muy de moda está la técnica conocida como 'mataleón', una maniobra en la que el agresor rodea el cuello de su víctima con el brazo hasta que la estrangula.
Un método que en julio de 2023 aplicó un preso a otro en la cárcel murciana de Campo del Río. Lo hizo al parecer por una deuda de trabajo y drogas.
Parece mentira que ni siquiera lo tuvieran en cuenta, pero en las cárceles hay cámaras de vigilancia.
Y son muchas, como la que en octubre de 2020 captó cómo un preso que cumplía condena por asesinato mató a otro interno encarcelado por delitos vinculados a la prostitución de menores e incapacitados y por violencia machista.
El agresor asestó a su víctima múltiples puñaladas en el patio de la cárcel. El suceso quedó registrado por las cámaras de vigilancia del centro penitenciario.
A un recluso le bastó el cordón de la ducha para ahorcarse. Pero lo usó después de que en febrero de 2020 su cuerpo y el de su acompañante de celda fueran hallados en la estancia que compartían en la prisión de Perogordo en Segovia. Se trataba de un peruano de 38 años y un rumano de 25.
Según las investigaciones, los dos reclusos mantenían una relación sentimental y el mayor de ellos estranguló al otro y luego se suicidó ahorcándose en la ducha.
A finales de 2018 J.M.R.H. era experto en la disciplina Muay Thai, un arte marcial tailandesa en la que competía y de la que ostentaba varios títulos como el de campeón de España en el peso de 67 kilos.
El 26 de diciembre de 2018, J.M.R.H, de 28 años entonces y que había ingresado en la cárcel de Soto del Real acusado de intento de homicidio a un vigilante privado, mató de una paliza a otro recluso, de 55 años y condenado por tráfico de drogas.
La prisión le había asignado a la que luego fue su víctima como interno de apoyo para sus primeras horas en el centro.
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