La madrugada del 6 de enero, los Reyes Magos viajan a los hogares y dejan los regalos que, especialmente, los más pequeños esperan encontrar al despertarse. Sin embargo, para que esta magia surja en todas las casas, aún hacen falta pajes mágicos. Por eso, la ONG que lleva el mismo nombre invita a ponerse en contacto con ellos a través del correo pajesmagicos@gmail.com para ser parte de una gran cadena que permite que todos los niños puedan sonreír esa mañana, "es una necesidad".
“Decir que este fin de semana no podemos ir al cine porque papá y mamá no se lo pueden permitir es duro explicarlo, pero al final lo entienden. Pero los Reyes Magos, es una magia que surge en los hogares. ¿Cómo le explicas a tu hijo que en el suyo la magia no surge?”, señala a la web de ‘Infomativos Telecinco’ Lydia, una de las fundadoras junto con Eva de la ONG Pajes Mágicos.
Por eso, para que “un niño de cinco o seis años no tenga que dejar de creer en esto”, preparan cajas con regalos que se entregarán en hogares en riesgo de exclusión social. “Nos aseguramos de que la ayuda llega a quien lo necesita”, subraya, explicando que trabajan “con asociaciones, con parroquias, con Cáritas y con servicios sociales y con fundaciones que se dedican a la infancia”, que se encargan de filtrar previamente los casos.
La ONG Pajes Mágicos, por su parte, hace el proceso de “recogida, clasificación y preparación” de los juguetes, que entregan en cajas a las asociaciones con las que trabajan y que son también las que las hacen llegar a las familias.
En las cajas, se incluye el regalo del paje, que es lo que les diferencia como asociación. Es algo que los niños realmente han pedido en sus cartas, pero con un precio inferior a los 35 euros. De esta tarea, se encargan las personas que denominan pajes mágicos: son quienes reciben los datos del nombre del menor, su edad y lo que desean y, una vez conseguido, se lo hacen llegar a la ONG.
Además, la ONG introduce en sus cajas dos juguetes de segunda mano en buen uso, un peluche, un cuento o libro (todo acorde a la edad del niño). Todo ello son cosas que previamente han conseguido gracias a las recogidas de juguetes, que continuarán hasta el puente de diciembre.
Precisamente, a pocos días de poner fin a esta etapa del proceso para centrarse en la preparación de las cajas, Lydia hace hincapié en que necesitan juegos de mesa para los niños más mayores: “Todos tenemos en nuestra casa porque seguimos jugando y eso no llega a la nave, llega muy poco y nos cuesta mucho rellenar esas cajas de esos niños”.
Mientras tanto, varios voluntarios intensifican el trabajo este mes de diciembre. Entre 20 y 25 se reúnen en una nave en Boadilla del Monte, Madrid, durante las mañanas y las tardes de los fines de semana para que las cajas se entreguen para el día 24 . “Atendemos a toda España. Es verdad que nuestra mayoría de asociaciones están en Madrid, pero también repartimos, por ejemplo, en Pamplona, Zaragoza, Tarragona y Sevilla”, indica Lydia.
El objetivo sería que la asociación tuviese “que dedicarse a otra cosa” porque no fuese necesaria su labor, pero la realidad es el año pasado atendieron 2400 cartas y este año, más de 2200. Asegura que, de momento, esos menores, de entre 0 y 12 años, tendrán al menos uno de los juguetes que hayan incluido en sus cartas. Sin embargo, aún quedan algunas peticiones pendientes de ser aceptadas por falta de pajes, por lo que animan a escribirles a través del correo pajesmagicos@gmail.com.
Los niños suelen pedir cosas “muy normalitas, no suelen ser cosas raras”, destaca, especificando que no aceptan algunas de las peticiones que se hacen por necesidad como regalo de Navidad. “Muchos piden material para el cole. En estos casos, intentamos hablar con las asociaciones, llevarles a parte material para el cole y que pidan un juguete, porque al final nuestro proyecto es que esos niños tengan un juguete el día de Reyes”, justifica.
Sobre el caso concreto de la ropa, recuerda lo que les ha sucedido este año con una asociación de la Cañada Real. “Pedían mucha ropa porque tenían mucho frío. Entonces, decidimos recoger ropa, llevarles ropa y que pidieran juguetes. Cuando la necesidad impera, prefiero pedir un abrigo a que le pongan un juguete porque el niño sale a la calle y se pela de frío”, dice.
Añade que siempre hay excepciones: “Hace dos años, en uno de los listados venía un niño de 5 años con una sudadera y llamamos a la asociación y le dijimos que no. Nos enseñaron la carta y es que el niño nunca había estrenado una sudadera y quería su sudadera nueva de Spiderman. Se nos cayó el alma a los pies”.
Además, hay en casos en los que “es el propio niño el que dice: ‘Yo quiero unas zapatillas nuevas’. Se ha molestado en buscarlas por internet y sabe que cuestan menos de 35 euros y dónde están, por si tú no la encuentras. Es más normal en niños mayores”.
Entre los hogares a los que ayudan, se encuentran “familias que es muy difícil que salgan de donde están”, otras que han logrado salir de una mala situación y algunas “que trabajan, pero el sueldo no da”. “No es nada fácil. Tenemos muchas familias que yo a veces digo: cómo las admiro. Siempre con una sonrisa en la cara, siempre con ganas de más, con una lucha constante por sus hijos y ves siempre que están en el mismo sitio, en el mismo escalón, pero no dejan de luchar”, expresa Lydia.
“Repartir sonrisas” merece la pena y recuerda especialmente el caso de un niño de diez años que el año pasado pidió unas zapatillas de fútbol y lloró de emoción al verlas. “No me puedo cree que esto me lo hayan traído a mí”, expresaba el menor. “Esto también es una necesidad. No es cuestión del dinero de los padres, es magia”, dice Lydia.