Cuando las temperaturas se desploman no es de extrañar que a nuestro automóvil le cueste más arrancar, ya que el frío reinante no es un buen aliado para la mecánica. Sin embargo, a pesar de que el motor funciona a unos 90 grados centígrados, el intenso calor tampoco es el clima más adecuado. Y no solo por el posible sobrecalentamiento que puedan sufrir algunos automóviles, sino porque en ocasiones tardan más en arrancar. Pero ¿a qué se debe esto?
El principal motivo de que el coche tarde más en arrancar se debe a la salud de la batería. Las altas temperaturas pueden afectar al ácido que alberga y que es clave para que realice correctamente su labor. El calor provoca que se evapore y tienda a secarse, lo que hará más complicada la conducción de la electricidad que se necesita para poner en marcha el motor.
Esto apenas es percibido por el conductor, pero las dificultades aumentan paulatinamente, ya que la batería sigue estando expuesta a las altas temperaturas veraniegas. Si esto ocurre, el propietario del vehículo deberá acudir a su taller de confianza para que un mecánico compruebe el estado de la batería. De lo contrario, el problema se puede acrecentar hasta que el automóvil no consiga arrancar.
Las altas temperaturas son inevitables en verano, especialmente para los coches, los cuales no “descansan” en zonas con aire acondicionado. Ya sea en la calle o en un garaje, el calor les repercute igualmente y, como consecuencia, el ácido de algunas baterías tenderá a desvanecerse.
Esto no significa que no se pueda hacer nada por evitar un problema mayor en la batería. A continuación apuntamos algunas recomendaciones sobre su cuidado para que su vida útil se albergue lo máximo posible y no se eche a perder a las primeras de cambio.
Entre las prácticas que se pueden llevar a cabo para cuidar la batería cuando el termómetro sube, hay que apuntar las siguientes: