Las piscinas son verdaderos oasis durante los meses más calurosos del año, especialmente en todas las zonas que carecen de costas. Una jornada sumergiéndose en el agua puede suponer un soplo de aire fresco en las duras jornadas de excesivo calor, aunque no hay que perder de vista las posibles enfermedades que se pueden contraer zambulléndose en sus aguas, ya sea porque no están suficientemente limpias o porque albergan demasiado cloro.
A continuación vamos a apuntar cuáles son las consecuencias de bañarnos en piscinas con exceso de cloro, no sin antes apuntar que este tipo de desinfectantes son necesarios para mantener la salubridad de piscinas, spas o parques acuáticos. Hay que tener presente que el agua estancada de las piscinas es propicia para la transmisión de enfermedades como “diarrea, sarpullidos en la piel, dolor de oído, tos o congestión y dolor en los ojos”, explican los Centros para el Control y la PRevención de Enfermedades de Estados Unidos, los cuales explican que “la desinfección con cloro o bromo y el pH son la primera defensa contra los microbios que causan enfermedades transmitidas por el agua en piscinas, bañeras de hidromasaje o spas, y áreas de juegos con agua”. Y es que, con ellos es posible eliminar en solo unos minutos la mayoría de los microbios que hay en el agua.
Dicho lo anterior, el cloro puede provocar problemas de salud, especialmente si la cantidad es superior a la recomendada o si las personas pasan mucho tiempo en el agua –como puede ser el caso de los nadadores profesionales–.
Cualquiera que se haya dado un baño en una piscina con más cloro del recomendable habrá podido comprobar que los ojos se irritan más y que la piel se siente más seca cuando sale del agua. En esos casos, no es conveniente pasar mucho tiempo dentro. No obstante, si ahondamos más en lo que el cloro puede provocar en el organismo si se dan las circunstancias ya descritas, podemos apuntar las siguientes enfermedades: