En la línea de llegada de hipódromo de Aintree, en las afueras de Liverpool, hay una lápida llena de flores y de bendiciones con un epitafio que reza: “Respeten este lugar / es tierra sagrada/ una leyenda está enterrada aquí/ sus patas vuelan/ su espíritu se eleva”. La leyenda no es otra que Red Rum, el mejor caballo que pisó nunca ese pasto húmedo y enfangado de carrera, tres veces ganador y dos veces subcampeón (entre 1973 y 1977) del Grand National, la carrera ecuestre de obstáculos más dura e importante del Reino Unido y de Europa. Dicen que es la mayor prueba para un caballo.
Esta línea de llegada fue invadida el pasado 14 de abril por decenas de activistas que protestaban por la dureza a la que se enfrentan los caballos en esta carrera. Cien de estos activistas fueron arrestados. La carrera se disputó y fallecieron tres caballos: Dark Raven, Envoy Special y Hill Sixteen. Los tres tuvieron que ser sacrificados. El año pasado murieron cuatro caballos. Desde el 2001 ya han muerto 60 caballos en los tres días que duran las carreras del Grand National, dieciséis en la carrera final. Desde 1839, cuando se disputó la primera carrera en Aintree, ha muerto 89 caballos en la carrera final. Y la protectora de animales Animal Aids calcula que desde 2001 han muerto ya en el Reino Unido más de tres mil caballos en carreras de obstáculos.
Los organizadores de la carrera han expresado su preocupación por los accidentes de los últimos años, han remarcado que en los últimos años han incrementado en inversión en servicios veterinarios. Pero no tienen intención de parar la carrera. La industria equina mueve 4.100 millones de libras (unos 4.600 millones de euros) anuales, principalmente en apuestas. Hay veinte carreras de caballos de media cada día siendo principal competición en las casas de apuestas británicas.
Las carreras de caballos se celebran en Reino Unido desde la época de los romanos, pero fueron durante el reinado de los Tudor y, en especial durante el reinado de Enrique VIII (1509-1547), que fue el monarca que empezó a cria caballos pura sangre, prohibió la exportación de yeguas y trajo los mejores sementales de la costa de Berbería, de Turquía, de Siria y cruzó las yeguas inglesas con los caballos árabes creando una nueva raza de purasangres ingleses. De aquella época, de 1539 data la carrera más antigua que todavía se disputa en todo el mundo, en Chester, en el noreste de Inglaterra. Compite con las de Epsom (1780), Ascot (1771) y Cheltenham (1860), que son las más prestigiosas del país, junto con la de Aintree.
El Grand National es la carrera de obstáculos más antigua de Inglaterra y de Europa. La primera edición de la que se tiene documentación se disputó en 1839, aunque hubo otras tres ediciones anteriores. Las carreras de obstáculos se originaron cuando empezaba la temporada de caza en los prados ingleses y los cazadores saltaban los setos que los delimitaban para acceder a la zona de caza. Los cazadores empezaron a organizar carreras entre ellos de campanarios a campanarios saltando los cercos y barreras. Las primeras carreras medio oficiales en Aintree emopezaron a disputarse a principios del siglo XIX entre soldados y eran carreras nocturnas y clandestinas.
Los primeros Grand Nationals fueron organizados en los terrenos del empresario William Lynn, y se disputaron en sus terrenos y terraplenes y los caballos debían saltar arroyos y ríos. La carrera actual se celebra en un recorrido de 6,9 kilómetros. Consiste en dar dos vueltas a un circuito con 30 obstáculos. En la primera vuelta con 16 obstáculos y en la segunda con catorce porque se retiran los dos últimos obstáculos, el de cerca más alta de metro sesenta precedida de una zanja abierta de metro ochenta conocida como ‘The Chair’ (la silla) y la de agua del agua, para facilitar el sprint final.
El primer caballo ganador de la carrera en 1839 fue un purasangre irlandés de nombre Lottery. Son muchos los caballos que han ascendido al olimpo nacional de la fama por sus victorias en Aintree. El único que ha conseguido ganar más de dos carreras es Red Rum (1965-1995), un purasangre irlandés, nieto de Batika, una famosa yegua irlandesa entre cuyos descendientes figuran algunos de los mejores caballos campeones británicos e irlandeses. Fue comprado por el empresario inglés Noel Le Mare que se hizo famoso por llevar a entrenar al caballo en la playa, sobre la arena mojada para tratarle una inflamación crónica que tenía en la pezuña.
Red Rum logró su tercera victoria en 1977 imponiéndose por treinta cuerpos (equinos) de ventaja sobre el segundo clasificado, demostrando una superioridad inaudita. Al año siguiente ya no se pudo presentar porque sufrió una lesión que le obligó a retirarse. Los últimos veinte años de su vida los pasó entre homenajes y platós de televisión. El día que murió todos los informativos del país abrieron con el luto de Red Rum. El hecho que el mejor caballo solo pudiera ganar tres carreras demuestra la complicación de la carrera. En 1928 el caballo Tipperary Tim, montado por el jinete William Dutton ganó la carrera porque fue el único que quedó en pie de los cuarenta y dos caballos que la empezaron en una mañana lluviosa y ventosa.
Tanto el Grand National como el resto de carreras del país destacan siempre por la presencia de la alta sociedad británica y por los miembros de la realeza, que también poseen caballos participantes. La única vez que un caballo real estuvo a punto de ganar fue en 1956 con el caballo Devon Doch, propiedad de la Reina Madre. En aquella carrera se produjo uno de los fenómenos deportivos más sorprendentes e inexplicables de la historia. Devon Doch encaró los últimos cincuenta metros con una ventaja de dos cuerpos de ventaja sobre su perseguidor volando imparable hacia la línea de meta y hacia la gloria. De repente hizo un amago como de medio saltar y se tiró al suelo.
Nadie ha podido explicar qué le pasó, aunque se han formulado varias teorías. La explicación más plausible podría ser que el caballo vio la marca del obstáculo del salto de agua que levantan en ese punto durante la primera vuelta y quitan en la segunda y podría ser que quedara la sombra en el suelo y por eso hizo el gesto de saltar, pero luego se frenó al ver que no había barrera. En fin, nadie los sabrá nunca. “Así son las carreras”, expresó resignada la Reina Madre, desde el palco de honor de Aintree. De aquel misterioso incidente quedó la expresión “hacer un Devon Doch” para referirse a equipo deportivo o atleta que pierde de forma inexplicable en el último segundo.
El Grand National significa la gloria para los caballos y también para los jinetes. Sin embargo, hay un jinete que se ha convertido en objeto de culto por su perseverancia, bravura y pasión. Se trata del aristócrata español don Beltrán Osorio y Díez de Rivera, decimoctavo Duque de Alburquerque, jefe de la Casa de Juan de Borbón. Un apasionado de la hípica, considerado el mejor jinete español de su época. Participó siete veces en el Grand National a lo largo de veinticinco años y tan solo terminó en una ocasión. El resto de veces se fue al suelo, rompiéndose 107 huesos en total y convirtiéndose en un habitual en el hospital de Walton, en la carretera de Aintree. Le apodaron “el duque de hierro”.
Su fascinación por el Grand National la desarrolló a los diez años cuando vio la carrera de 1928 en el noticiero de cine de Madrid y vio como solo dos caballos terminaron la carrera y se impuso Tipperary Tim con todas las apuestas en contra. Pensó que fue la experiencia más maravillosa que había vivido. Era alto y delgado, con la cabeza alargada y mandíbula y nariz prominentes. Consiguió participar por primera vez en 1952 a los treinta y cuatro años con el caballo Brown Jack III. Cayó en el quinto obstáculo. Se fracturó dos vértebras y acabó por primera vez el hospital de Walton. Tan solo diez de los cuarenta y siete caballos que participaban terminaron la carrera. En 1963 cayó en el vigésimo obstáculo. En 1965, en el noveno, rompiéndose la pierna. En 1966, en el vigésimo séptimo. En 1973, en el octavo en la primera victoria de Red Rum. Participó en las dos primeras victorias de Red Rum.
En 1974 participó completamente destrozado. Le acababan de quitar dieciséis tornillos en el tobillo. Una semana antes del Grand National cayó en otra competición inglesa en Newbury, rompiéndose la clavícula otra vez. Le pusieron un yeso especial que le permitiera montar el caballo, que volvía a ser Nero, y pasó los días previos aprendiendo a montar y saltar sin hacer fuerza con la clavícula. Consiguió engañar a los médicos y participó en la carrera. El locutor destacó en los minutos previos que aquel hombre de cincuenta años alto y delgado que caminaba cojo no estaba en condiciones de correr. Y estaba en los cierto. Sin embargo, el duque consiguió terminar aquella carrera en octavo lugar en la segunda victoria de Red Rum.
En 1976 participa con siete tornillos sujetándole le fémur, cae en trigésimo obstáculo rompiéndose siete costillas, siete vértebras, la muñeca y el fémur. Pasó dos días inconsciente en la UCI del hospital de Walton. Cuentan que al despertar, lo primero que dijo fue que quería volver a participar al año siguiente. Y lo intentó, pero los organizadores le retiraron la licencia por su propio bien. Tenía cincuenta y ocho años. Todavía tantos años después se le recuerda como uno de los más temerarios y valientes participantes. El mítico entrenador de caballos, Toby Balding, que fue el que entrenó su caballo en 1966 dijo del duque que “un jinete kamikaze valiente como un león”.