Aunque las cifras son controvertidas, dado su volumen, todas las proyecciones coinciden en señalar que India ya ha superado a China como primera potencia mundial en términos demográficos. Su población supera claramente los 1.400 millones de seres humanos y con su ritmo de crecimiento se agrandarán las diferencias con su gran vecino amarillo en los próximos años. India tiene una base demográfica muy joven, con una media de edad de 28 años, mientras que China supera los 38 años y hace tiempo que congeló su tasa de natalidad. India es un gigante juvenil, a gran distancia de la avejentada Europa, donde la media se sitúa en los 44,4 años.
Las consecuencias de la superpoblación mundial son gravísimas. La mayoría de los males que aquejan a la humanidad tiene como base el incremento exponencial de los seres humanos desde la revolución industrial y, más intensamente, desde los grandes avances en el campo de la salud logrados en el siglo XX. Hacia 1950 había 3.000 millones de personas en el planeta. En 2000 ya éramos 6.000 millones. Los expertos discrepan sobre lo que ocurrirá en las próximas décadas. Naciones Unidas llegó a calcular que llegaríamos a los 11.000 millones hacia 2050, pero lo cierto es que el proceso se está desacelerando y podría no rebasarse esa cifra en 2100, cuando se prevé un crecimiento cero de la población.
Conejos y moscas
Nuestra tasa reproductiva no se ha multiplicado, sino que las causas de muerte temprana se han reducido drásticamente. El divulgador científico Manuel Toharia lo resume con esta frase ocurrente: “No es que nos reproduzcamos como conejos. Es que ya no morimos como moscas”. Toharia y Francisco Boya, secretario general para el Reto Demográfico, participan en este nuevo capítulo de “A ver si me he enterado”, el videopodcast conducido por Miguel Ángel Oliver en Nius. Boya defiende la vinculación a la tierra y al mundo rural como una de las soluciones a las megaciudades, el paradigma de la superpoblación y todos sus achaques. Manuel Toharia cree que una de las soluciones sería la extensión de la banda ancha de Internet por todo el planeta y confiesa que sería feliz cultivando sus propios tomates. “Pero lo cierto”, cuenta Toharia, “es que hoy he comprado una cabeza de ajos procedente de China más barata que una de las Pedroñeras, en Cuenca. Y eso es un gran problema”.