Esbozando una gran sonrisa de satisfacción, Beatriz Flamini, ha concedido una rueda de prensa en la que ha explicado y relatado cómo han sido sus 500 días en el interior de una cueva de Motril, Granada, en la que ha batido un histórico récord mundial.
A 70 metros de profundidad, en un lugar al que no llega la luz solar, sin contacto con el exterior, sin ningún tipo de referencia temporal y completamente sola, aunque vigilada desde fuera por un equipo al que no ha dejado de darle las gracias, la deportista de élite, alpinista y escaladora ha contado que la experiencia ha sido “excelente” e “insuperable” y que “nunca” pensó en abandonar.
Abrumada ante tanta expectación y la oleada de preguntas para conocer cómo ha vivido el desafío, ha dejado claro que ha "disfrutado" y "lo volvería a hacer", aunque de otra forma, porque ya tiene nuevos retos en el horizonte.
Preguntada por lo peor o lo más complicado durante sus 500 días incomunicada y encerrada en la cavidad, su respuesta ha sorprendido a muchos. Ni la ausencia del contacto con otras personas, ni la soledad o no tener con quién hablar, ni el aburrimiento... A lo que se ha referido, –tras pensarlo detenidamente e incluso recibir un ‘chivatazo’ de su equipo–, ha sido a “las moscas”, algo que ha desatado más carcajadas en la sala.
“Las moscas. Hubo invasión de moscas. Entra mosca, te empiezan a poner las larvas, yo no lo controlé y de repente me vi envuelta en moscas. Ni tan siquiera fue complicado, pero… es complicado por salubridad, pero ya está”, explica, señalando que fue el único día en el que estuvo "a punto de perder el control".