Ante un enorme interés mediático por su desafiante reto, Beatriz Flamini, con una imborrable sonrisa, ha concedido una rueda de prensa en la que ha explicado y relatado cómo han sido sus 500 días en el interior de una cueva de Motril, Granada, en la que ha batido un histórico récord mundial.
Durante casi un año y medio, ha permanecido a 70 metros de profundidad, sin luz solar, sin contacto con el exterior, sin ningún tipo de referencia temporal y completamente sola, aunque vigilada desde fuera por un equipo al que no ha dejado de darle las gracias. La deportista de élite, alpinista y escaladora ha contado que la experiencia ha sido “excelente” e “insuperable” y que “nunca” pensó en abandonar.
Durante su estancia en la cavidad, Flamini perdió pronto la referencia temporal: “Yo sigo anclada en el 21 de noviembre del 2021. Yo no sé lo que ha pasado en el mundo, no sé. Yo he salido de la cueva, me han hecho las pruebas… No tengo ni idea. Para mí sigue siendo 21 de noviembre del 2021 y al veros a todos con mascarilla para mí sigue siendo covid. No lo sé. Yo he pasado los 49 dentro de la cueva”, ha dicho la deportista, que cumplió los 50 estando dentro.
En un bucle eterno donde todos los días parecían ser “las 4 de la mañana”, sola ante la oscuridad de la cueva, ha señalado: “Dentro de la cueva empecé a tomar ciertas referencias de cuántos días podían, para mí, ser perceptibles, pero hubo un momento en el que tuve que dejar de contar. Creo que en el día 65 o así, míos, no exteriores, dejé de contar y ya perdí la percepción temporal el resto del tiempo”, ha explicado.
En este escenario, y ante la magnitud del reto, ha dicho que para sobrellevar todo es fundamental “la coherencia”. Como deportista de élite y deportista en situaciones extremas, ha señalado, para ella “lo más importante” es eso. “Tener muy coherente que lo que piensas, lo que sientes y lo que dices están unidos”.
“Sí es cierto que ha habido momentos difíciles, momentos muy bonitos, y ambos han sido los que han conseguido que cumpla los 500 días, que era mi propósito: pasar 500 días en el interior de una cueva”.
En lo que se refiere a su día en ella durante tanto tiempo, tras haber perdido sus referencias temporales, ha intentado explicar a los periodistas cómo se organizaba para desayunar, comer o cenar: “De forma natural: tengo sed, bebo. Tengo hambre, como. Aunque no tenga hambre, si veo que me estoy quedando muy delgada, como. Por sensaciones. Si tengo sueño, duermo; si me voy a dormir y tengo insomnio me levanto y me pongo a leer. Es por sensaciones”, ha dicho, dejando claro que no llevaba “cómputo de días externos”.
A este respecto, ha explicado también que, a la hora de dirigirse al llamado ‘punto de intercambio’ en el que le facilitaban la comida y ella se deshacía de los residuos que era necesario que sacasen de la cueva, tenía una genuina y curiosa referencia: “Cinco cacas”.
“Yo iba a la zona donde se producía el intercambio cada cinco cacas. No había otra forma. Yo tuve que ponerme un límite y cada cinco cacas iba al intercambio y allí me encontraba que ya habían sacado ellos, –que hay que sacar la basura–, y como los Dioses: yo dejo mis ofrendas y ellos me daban comida”, ha dicho, desatando las carcajadas en la sala.