Los más ecológicos han adoptado las bolsas de tela o tote bags creyendo que eran ecológicas. Son de algodón y reciclables lo que nos ha hecho pensar que uno está contribuyendo a utilizar menos plástico. Sin embargo, la realidad es que habría que usar durante al menos 50 años para que nuestra bolsa de tela compensar la huella ecològica de su fabricación, según revela una nueva investigación de la Universitat Oberta Catalunya (UOC).
Ya sabíamos que utilizar bolsas de plástico era perjudicial para el planeta, los mares y el medioambiente por lo que las totebag, se han convertido en un símbolo de personas comprometidas con el cuidado de la sostenibilidad.
El informe Connecting with eco-conscious consumers , ha revelado que el plástico es una de las preocupaciones más claras que tienen los consumidores para intentar luchar contra la contaminación. Y en respuesta a esto, el 63% de los consumidores en España han optado por las bolsas reutilizables para ir a la compra, un 13% utilizan bolsas de papel y un 15%, de plástico.
La bolsa de tela es la opción más cómoda, por su durabilidad y resistencia, y porque se puede lavar. Sin embargo, estas ventajas no son tales porque no contamos la huella ecológica que deja la fabricación de las tote bag.
Según la Agencia de Medioambiente británica, para que el rendimiento ecológico de una bolsa de tela sea mejor que el de una bolsa de plástico no reutilizable, debería tener un uso de al menos 131 veces. Eso sin contar con que la mayoría de nosotros tenemos varias tote bag, son bonitas, nos hacen sentir eco y nos las dejamos en casa muchas veces lo que nos obliga a comprar otra.
El estudio de la Universitat Obrera de Catalunya revela que cada bolsa de tela debería usarse 20.000 veces para compensar el impacto ambiental de su fabricación o lo que es lo mismo usarla cada día durante 54 años .
A la moda eco de las bolsas de tela se suma que a partir de 2018 los supermercados empezaron a cobrar por las bolsas de plástico, por lo que las tote bag han comenzado su edad dorada por ser baratas y nos dan una imagen guay. Además, de que las empresas las usan como parte de su estrategia de marketing para proyectar una imagen de marca sostenible.
El algodón, sin embargo, está considerado, “el cultivo más sucio”, por el gasto de energía, de agua, de pesticidas y el impacto negativo en los trabajadores, las aguas subterráneas y la calidad del aire alrededor de las granjas, según la Environmental Justice Foundation.
Una de las grandes dificultades que tiene el hecho de intentar compensar la producción de las tote bags es que solo el 15 % de los 30 millones de toneladas de algodón que se producen cada año llega realmente a los depósitos textiles. "La producción de algodón genera un impacto ambiental importante, especialmente por el consumo de agua, y el problema es que mucha gente no es consciente de lo que implica la gestión residual de este material", explica Cristian Castillo, también profesor de la UOC.
Cada bolsa de algodón orgánico debe usarse 20.000 veces o, lo que es lo mismo, usarla cada día durante 54 años para compensar el impacto general de su producción, según un estudio realizado por el Ministerio de Medio Ambiente y Alimentación de Dinamarca de 2018.
Desde la universidad catalana se han hecho la pregunta: ¿están las empresas usando este recurso para hacer greenwashing? "El greenwashing o lavado de imagen verde es la utilización oportunista de la sensibilidad respecto a cuestiones medioambientales por parte de determinadas empresas para conseguir mejorar su reputación", explica Marc Compte, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
Cada vez más las empresas tienen la sostenibilidad como eje estratégico de su posicionamiento. "La necesidad de las empresas de ser sostenibles existe y es real, pero el fenómeno del greenwashing responde esencialmente a otra necesidad percibida: la de parecer sostenible incluso no siéndolo", afirma Ferran Lalueza, también profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.