Daniel García de Madariaga es técnico audiovisual, tiene 27 años y hace tres le diagnosticaron síndrome de Asperger, un Trastorno del Espectro Autista (TEA) sin discapacidad intelectual que no le frena para sus proyectos como dar a conocer a través del cine la visión del mundo de las personas con autismo.
"Soy Asperger ¿y qué?, mi tía tiene diabetes y no pasa nada", con estas palabras García de Madariaga, que fundó ChaTEA una comunidad "online" para autistas, quiere normalizar el TEA y dejar claro que "ni hay que tener miedo ni incomodarse" porque las personas con Asperger son genuinas y capaces "y es la sociedad la que tiene que verlas como individuos que pueden con todo y en ese camino acompañarles".
En el Día internacional del Síndrome de Asperger, este joven, que durante 24 años vivió con un diagnóstico del Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) hasta que su hermana, estudiante de Psicología, supo detectar el Asperger, asegura a EFE que es erróneo el estereotipo que identifica el síndrome de Asperger con baja empatía.
"Yo siento que el Asperger me genera duplicidad en las emociones, cuando amo lo siento profundamente y al mismo tiempo la angustia la vivo como algo devastador. No cambio por nada mi realidad porque me da puntos de vista poderosos", afirma.
Para este joven, recibir el diagnóstico supuso identificar lo que era y eso le ayudó a transitar por la vida, investigar y conocer a más gente del espectro autista.
En ChaTEA ha creado, junto a otras tres personas, un espacio de tolerancia y respeto que les ayuda a interactuar en redes sociales y crear lazos de amistad duraderos.
Según el director de la Confederación de Autismo España, Jesús García, el 1 % de la población es autista, lo que trasladado a la población española supone 450.000 personas, y dentro de ese espectro se incluyen las personas con Asperger, de las que no hay cifra exacta lo que dificulta su visibilidad.
El 90 % de los autistas diagnosticados son menores de 30 años y ello se debe a que cada vez hay más reconocimiento y un aumento de los diagnósticos, sobre todo, en la infancia, entre los cinco y siete años, "cuando empieza todo lo social y saltan las alarmas", señala a EFE la directora técnica de la Confederación, Ruth Vidriales.
No obstante, a veces se confunde y se llega a la adolescencia sin el diagnóstico y es ya el adulto quien acude por propia iniciativa a consulta porque en un documental o en una entrevista se ha reconocido en unas características a las que hasta ahora no ponía nombre.
Según Vidriales, este síndrome no es tanto de relación como de comprensión social, de entender cómo funcionan las reglas no escritas y que están presentes a lo largo de toda una vida. En definitiva, se trata de conseguir interactuar de manera eficaz.
Las personas con Asperger son más proclives a sufrir situaciones de acoso en la escuela y al ser más vulnerables pueden ser víctimas de engaño, fraude o abuso.
Se trata de un colectivo con más riesgo de exclusión educativa y laboral y es más fácil que acaben sufriendo aislamiento, lo que puede dificultar y comprometer su calidad de vida.
A juicio de Vidriales, esto es la parte negativa, porque en la positiva "estamos ante personas comprometidas, honestas y transparentes que aportan al trabajo un punto de vista diferente y talento para resolver un problema de manera distinta y creativa".
Este año, la campaña repite el lema recurrente de otros años, "Haz espacio", un eslogan dirigido a la sociedad para que promueva el empoderamiento y la participación inclusiva de este colectivo, en igualdad de condiciones con el resto de la población