El 29 de octubre se celebra el Día Mundial del Ictus, un día para recordar la importancia de esta dolencia que sufriremos una de casa seis personas a lo largo de nuestra vida. Es un día también para la prevención, ya que, si no hacemos nada, en diez años el número de ictus crezca más de un 30% y también para llamar la atención sobre las secuelas, lanzando un mensaje de esperanza: no hay que tirar la toalla porque muchas se pueden revertir o, al menos, mejorar.
Una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida y entre los supervivientes es imprescindible tratar todas las secuelas. “En España, la primera causa de muerte en mujeres es el ictus y la tercera, en hombres”, señala Joan Martí Fàbregas, responsable de la Unidad de Ictus del Hospital Sant Pau.
Sara Pérez cuida a su madre desde hace años. Cuando ella tenía 7, su madre sufrió un ictus. Se fueron entonces al pueblo con los abuelos y volvieron a Madrid cuando ella ya tenía 13 porque ya podía atenderla al cien por cien y allí había mejores medios.
Sara es por tanto hija y cuidadora de una paciente con ictus y cuenta que su madre, tras sufrirlo, "tuvo que aprender a hablar, a andar, a todo. Yo tuve que ser la madre de mi madre. Fue muy difícil”,
“Ella es mi mayor apoyo y es la persona por la que yo me levanto todos los días y digo: ‘tengo que estar bien, tengo que tener un buen trabajo, Tengo que tener una buena vida porque esa es la vida que le voy a dar a mi madre’", expresa la joven, cuya vida es un afán de paciencia, de trabajo y de recuperación diaria.
“Empezó a hacer sopas de letra, libros de caligrafía y el dibujo también le ha ayudado mucho”, relata quien tiene claro lo que necesita un paciente de ictus: "una atención que no solamente fuera dos años. 'Ha sufrido un ictus y nos olvidamos de ti'. No”.
En este sentido, Carolina de Miguel, presidenta de la asociación española de Rehabilitación y Medicina Física, subraya que “invertir en los enfermos en rehabilitación supone unas mejoras tanto psicológicas como físicas que a la larga sean coste efectivo. Eso es lo que tienen que entender los Gobiernos y los sistemas sanitarios”.
Prevenir, actuar en la gravedad y, después, atender a los pacientes crónicos porque tienen derecho a rehacer su vida.