No hay nada como una buena sesión de sueño reparador para encontrarnos de buen humor y listos para comernos el día. Lo mismo ocurre a la inversa: si no descansamos el tiempo suficiente (o si nuestro sueño es de mala calidad), poco a poco iremos acumulando daños que afectarán a nuestro organismo de forma transversal, y también a nuestra salud mental. Esto es así porque dormir es precisamente la vía para darle al cuerpo y al cerebro el tiempo de recuperación necesario tras toda la actividad diurna. Por eso nuestro desempeño y nuestra toma de decisiones es mejor cuando hemos descansado bien, así como nuestro estado de ánimo. Descansar también nos ayuda a combatir enfermedades de todo tipo y, entre ellas, las cardíacas ocupan un lugar destacado, especialmente en tiempos de estrés generalizado. ¿Qué relación hay entre el sueño y las enfermedades del corazón?
El punto de partida es claro: si no dormimos lo suficiente o si nuestro descanso es de mala calidad, nuestro cerebro lo tendrá difícil para desempeñar sus funciones básicas. Nos costará más concentrarnos y recordar cosas importantes, y estaremos de peor humor. Pero, además de estos efectos a corto plazo, la acumulación de noches de poco descanso puede ir mermando nuestra salud en general, afectando, entre otras cosas, a nuestro corazón.
La razón de que esto ocurra así es que, durante el sueño, nuestro corazón relaja su ritmo y se reduce la presión arterial. Por eso dormir mal es una de las causas de la hipertensión que, a su ve, incrementa el riesgo de sufrir otras enfermedades cardíacas, como el infarto de miocardio o el ictus. Además, tal y como recuerda Quirón Salud, las personas que no duermen suficiente también tienen un mayor riesgo de Diabetes tipo 2. Esto provoca un aumento de los niveles de glucosa en sangre, acelerando la enfermedad cardiovascular. Por tanto, ten en cuenta que dormir mejor se relaciona con un mejor control del azúcar en sangre.
Otro factor clave en relación con nuestra salud cardíaca es la existencia de alguna patología del sueño, como apnea del sueño o el insomnio. De un lado, el síndrome de apnea del sueño es una dolencia relacionada con la respiración y el descanso que tiene su origen en el colapso repetido del tubo respiratorio superior. El resultado es que se producen pausas en la respiración mientras dormimos, debidas a la limitación del paso de aire hacia los pulmones. Así, la causa más común es la obstrucción parcial o completa del flujo del aire respirado provocada por la relajación de los músculos que rodean la garganta y lengua. Tanto la insuficiencia cardíaca como la obesidad se relacionan con la apnea del sueño, y ello se traduce en mayor probabilidad de desarrollar secundariamente hipertensión arterial, un infarto al miocardio o un ictus.
Por otro lado, el insomnio se refiere a la incapacidad de quedarse o mantenerse dormido Alrededor del 10 por ciento de la población tiene problemas crónicos para dormir, y estas cifras van en aumento. Controlar este problema es básico para evitar un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular e hipertensión.
Por último, ten en cuenta que un adulto normal necesita entre 7 u 8 horas de sueño para cubrir sus necesidades diarias de descanso. Además, es importante que este descanso sea de calidad: para ello, intenta crear un ambiente tranquilo y lleva a tu organismo poco a poco hacia el momento de acostarte, sin pantallas de por medio. Practicar deporte, cenar ligero (y temprano), leer, meditar, escuchar música relajante... son técnicas que pueden ayudarte a dormir mejor.