Luto en Castilla y León por la tragedia provocada por los incendios en Zamora, donde las llamas ya se han cobrado la vida de dos personas: un ganadero de 69 años y un brigadista, de 62.
Este último, un manguerista de la autobomba C-9.9., moría en acto de servicio, en plena lucha contra el fuego declarado en Losacio, cuando el rápido avance de las llamas le dejaba acorralado. Junto a él, otros dos compañeros resultaron heridos con quemaduras de gravedad, requiriendo ingreso hospitalario.
Tras el trágico suceso, múltiples organismos y altos cargos institucionales, incluyendo la Junta de Castilla y León y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se han manifestado para lamentar los fallecimientos y reivindicar la importantísima e incalculable labor que ejercen todos aquellos que trabajan en la extinción del fuego.
“Lo más importante en un operativo son las personas. Personas que ponen en riesgo su vida Hoy Daniel G. V., manguerista de la autobomba C-9.9, ha fallecido en acto de servicio durante la extinción del fuego en Losacio. Nunca querríamos haber dado esta noticia Nuestro más sentido pésame. Escribía la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León, mientras Pedro Sánchez también acudía a Twitter para manifestar sus condolencias: “Todo mi pesar y cariño para la familia y compañeros del brigadista que ha fallecido esta noche trabajando en la extinción del incendio en Ferreruela de Tábara. Nunca hay palabras para agradecer la inmensa labor de quienes luchan frente al fuego sin descanso”.
Los brigadistas son unidades altamente especializadas en la extinción de incendios y proporcionan un servicio de apoyo fundamental a las comunidades autónomas para actuar contra reloj en la lucha contra las llamas.
En el año 1992, en España se crearon las llamadas BRIF, esto es, las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales, ante los graves incendios que ocurrieron a finales de los 80 y principios de los 90; algo que, en palabras del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, puso de relieve “la necesidad de creación de unidades especializadas que actuaran como refuerzo a las CCAA en los grandes incendios forestales y otras situaciones de especial complejidad, como la simultaneidad de incendios”. Para ello, indican, se fijaron en las brigadas helitransportadas del Servicio Forestal de los Estados Unidos (USFS).
Fue así como arrancaron estas brigadas que, extendiéndose inicialmente desde Cuenca y Huelva, fueron incrementándose por el territorio al tiempo en que se perfeccionaba su entrenamiento para garantizar una mayor rapidez de actuación y una mayor capacidad de respuesta en la lucha contra el fuego.
Con estos equipos, se busca dar refuerzo en periodos clave con máximo riesgo de incendios, reforzando la actuación de las comunidades autónomas, competentes en la materia de acuerdo a la llamada Ley de Montes. Así, en España hay un total de 10 bases BRIF en zonas de alto riesgo de incendio y elevada riqueza forestal, a la vez que se buscan localizaciones estratégicas para llegar lo más rápido posible a cada punto del territorio. Estas bases, concretamente, se encuentran en la campaña de verano en Laza (Ourense), Tabuyo (León), Tineo (Asturias), Daroca (Zaragoza), Pinofranqueado (Cáceres), Puertón El Pico (Ávila), La Iglesuela (Toledo), Lubia (Soria), Prado de los Esquiladores (Cuenca) y Puntagorda (La Palma). En invierno, la distribución de medios de extinción del Ministerio los ubica en Laza (Ourense), Tineo (Asturias), Tabuyo del Monte (León), Pinofranqueado (Cáceres) y Ruente (Cantabria).
Entregados a la compleja labor de luchar contra muros de fuego, los brigadistas están preparados para actuar en situaciones de máxima exigencia. Durante su formación, que se combina con su experiencia a lo largo del tiempo, atraviesan distintos niveles que van desde el básico, –donde se incide en la seguridad en las operaciones de extinción–, pasando por un segundo tramo desarrollado de forma continuada, –basado en análisis de actuaciones en incendio, repasando intervenciones de extinción previas, identificando aciertos y errores para mejorar en cada caso–, hasta un tercer nivel sobre actividades formativas específicas, llamadas a profundizar en los conocimientos y capacidades para garantizar la máxima eficacia y eficiencia. Así, en este último, se especializan en distintas materias de la categoría profesional, entre las cuales se encuentra el manejo de maquinaria, el comportamiento del fuego, conducción de vehículos todoterreno, primeros auxilios, dirección y liderazgo de equipos, etc., como explica el Ministerio.
En su duro entrenamiento, los brigadistas aprenden todas las acciones necesarias para dar respuesta a la extinción de los incendios. Entre ellos se incluyen embargues, desembargues del helicóptero o manejo de equipos y herramientas, entre otros, y siempre bajo los máximos niveles de seguridad en un entrenamiento que es constante.
Por eso, precisamente, la preparación física es también una cuestión clave. No puede ser de otro modo ante un trabajo que exige una respuesta rápida, en unas condiciones sumamente adversas, entre las llamas y el humo, y portando material de gran peso consigo. Por esta razón, la condición física “no sólo su capacidad de trabajo, sino que condiciona su seguridad personal y grupal en el incendio”.
En este sentido, profesionales de la actividad física y el deporte trabajan con el BRIF para dirigir su preparación y garantizar un entrenamiento óptimo.
Pese a su trascendencia y su suma importancia, como prueba la gravedad de los incendios que están asolando a España en plena ola de calor extremo, recientemente los brigadistas se manifestaban para reclamar unas condiciones dignas, una mejora de los derechos laborales para todos aquellos que se juegan la vida frente al fuego, y que los operativos contra incendios estén activos todo el año, para poder luchar contra las llamas desde la primera chispa.
El pasado incendio en Sierra de la Culebra, en Zamora, fue precisamente lo que encendió los ánimos de los brigadistas, que frente a las Cortes de castilla y León elevaron la voz a finales del pasado mes de junio para que se incrementen los esfuerzos en las labores de prevención de desastres ecológicos como los que ahora, nuevamente, sacuden al país.
La protesta, además, llegaba acuciada por la noticia de que los brigadistas que iban a reforzar la región no podrían obtener el certificado que acredita sus capacidades profesionales en Castilla y León porque su Consejería de Medio Ambiente decidía anular la convocatoria bajo el pretexto de una falta de “suficientes asesores y evaluadores que cumplan los requisitos para la cualificación”. Así, esos refuerzos no podían ser contratados.